C A P Í T U L O II

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— ¡Joder, como me gusta! — gimió mientras sentía como aquel muchacho, que aún desconocía el nombre, la tomó de la cintura y él marcó el ritmo.

La estaba haciendo gozar, estaban ahí como hace 30 minutos, de puro sexo. Y a ambos en realidad les gustaba aquello. 

De repente, vio como el pelinegro la tomó y se dio la vuelta con ella encima. Para que ahora él esté encima, y pudiera ir como él quería. 

Con la pelinegra gimiendo debajo suyo, mientras miraba con detalle sus expresiones. 

Se podría decir, que, al muchacho le atrajo la chica, pero nada más en lo físico, algo así como "sexual", claro ¿quién no lo haría?, es hermosa. Piel pálida, labios rojizos, cabello negro, delgada y alta. Pero, ahora que la veía desnuda, podía apreciarla mejor, cintura pequeña, figura pequeña. Era como una muñeca. Así se veía en los ojos del pelinegro. Pero, él también pudo ver que tenía carácter. 

Una vez terminado el momento de placer.

El muchacho se quitó el preservativo y lo echó en el cesto que había.

Se acomodó en un costado, mientras recuperaba la respiración, como hacía la fémina a su costado. Ambos estaban en silencio.

— Estuvo bueno. — comentó la muchacha mirando al techo. Pero entonces vio, como el chico se levantaba y empezaba a vestirse. Claro, que más iba a hacer, solo es sexo. Así que, ella también lo imitó. Al fijarse la hora, se dio cuenta que eran las 2 de la madrugada. Cogió su bolso, y guardó el paquete que tenía. 

— ¿Vives lejos? — preguntó el pelinegro una vez que estaba vestido.

— No. — respondió sin interés, así era siempre. Como no quería ningún vinculo con los que se acostaba, les respondía distante, y desinteresada a querer saber más. El pelinegro no volvió a preguntar y se dispuso a salir.

— Adiós. — le dijo y simplemente se retiró, cerrando la puerta de aquella habitación.

Ella miró como se iba, pero igual lo imitó, no quería seguir ahí. 

Todos los domingos iba a ese lugar para encontrar alguna "víctima", pero, luego del domingo, de lunes a viernes iba a trabajar como siempre. Menos mal que sus compañeros de trabajo no sabían como era ese lado morboso de ella.

Cuando salió de aquel bar, la calle estaba vacía, y no había rastro del muchacho, así que solamente se dedicó a regresar a su casa.






La alarma no paraba de sonar, y ella lo ignoraba, no quería ir. 

《 Crazy 》 | Park Jinyoung ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora