No es el chico de al lado

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Dos años después.

-¡Es la última caja! -gritó Joaquín desde el interior de la casa.

Alejandro cerró la cajuela y entró a la vivienda. Ya estaba amueblada, pintada y decorada, ellos no tenían nada más por hacer, excepto acomodar sus pertenencias.

EL castaño que le sacaba al menos una cabeza de alto a Joaquín se acercó por detrás de él y lo abrazó, reposando su barbilla en el hombro del chico, aspirando su aroma. El menor se sorprendió ante esto, su esposo no acostumbraba ese tipo de muestras de cariño, de hecho, no acostumbraba ningún tipo de cariño hacia él.

Los primeros seis meses de matrimonio fueron como un cuento de hadas, tal como se los prometieron sus padres, pero en cuanto Alejandro regresó al trabajo todo cambió: menos atención, noches solo, discusiones por las altas horas de la noche en las que el castaño regresaba de trabajar.

Hubo un momento en el que creyó que el amor entre ellos ya no existía.

- ¿Te gusta? -preguntó Alejando en un susurro y volteando a ver a Joaquín para quedar frente a frente.

- Mucho. Es grandiosa -respondió con una sonrisa.

Ambos se acercaban al otro para poder besarse, pero, el móvil infernal, como Joaquín solía llamarlo, comenzó a sonar.

- No respondas -pidió y se quejó el ojimiel.

Alejandro miró la pantalla de su celular y apartó a Joaquín. -Lo lamento, es realmente importante. Ya lo entenderás.

Caminó rápido hasta la habitación del baño y se encerró para poder conversar con quien le llamaba.

Ese era el Alejandro con el que vivía. Su trabajo antes que otra cosa.

Restregó sus manos en sus jeans y exhaló mirando las cajas a su alrededor. -Esto no se acomodará solo.

Y puso manos a la obra. Comenzó a sacar todo: primero ropa, zapatos y artículos personales de ambos, los que acomodó en un pequeño buro frente a su cama. Luego comenzó a vestir sus ventanas con cortinas, su cama con sábanas, almohadas, cojines y edredones, colocó tapetes en algunas entradas y en los baños. Para último dejó las enciclopedias de tesis de Alejandro y la colección de CD's que el chico guardaba como secreto desde los catorce años.

Y, aunque no quisiera, también se encargó de acomodar los retratos familiares: una de ellas mostraba a Alejandro y a Joaquín de cinco años jugando en el sube y baja. Otras cuantas donde ambos están presentes en festivales del Día de las Madres, una donde comen hot dogs y visten largos sombreros con rayados rojos y azules por el Día de la Independencia. La favorita de sus madres, la graduación de preparatoria, acompañados de unos cuantos amigos de la generación. Y al final, diversas fotos de cuando se casaron y sus viajes de luna de miel.

Suspiró. Nunca creyó que lo que tenían desaparecería en menos de un año. Pero no le quedaba nada más que aguantarse y no reclamar, sí se atrevía a demostrar su enojo su orgullo se vería dañado.

Después de un rato de terminar de perfeccionar detalles se recostó en el sofá con un libro de Alejandro y comenzó a leerlo. Tal vez así se sentiría un poco conectado con él nuevamente.

El castaño se adentró a la casa después de haber estado casi dos horas fuera con un folleto en mano. Localizó a Joaquín y se arrojó encima de éste para poner el folleto en su cara.

- ¿Qué es esto? -preguntó con el ceño fruncido y un tanto molesto por haber sido interrumpido en su lectura- ¿"Swinging"?

Alejandro asintió sonriente. -Es un nuevo proyecto en el que están integrados algunos de nuestros vecinos.

Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora