Alguien que solía conocer

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- Joaquín, ¿Sigues dormido?

El menor abrió los ojos y se volteó rápidamente para ver directamente a los ojos del rizado. Esbozó una sonrisa.

- Sí, no puedo dormir. ¿Quieres pasar el rato?

Después de pronunciar estas palabras la garganta de Emilio se humedeció increíblemente rápido, mientras que la mirada de Joaquín perdía ternura y ganaba cierta perversión.

- ¿Y, y cómo planeas pasar el rato? -preguntó con su voz temblorosa y ojos abiertos cual platos.

Joaquín pasó su dedo índice por el contorno del rostro de Emilio, viajando desde su frente hasta la comisura de sus labios, donde lo dejó posado para proseguir a desnudar con la mirada al rizado.

- Sí nuestros esposos se divierten en algún hotel tenemos el mismo derecho, ¿no crees?

La piel de Emilio se erizó y sus músculos se tensaron provocando inmovilidad a su ser, más aún cuando Joaquín se subió encima de él y comenzó a besarlo con desesperación, sosteniendo con una mano su cuello y con otra aguantando su propio peso: como reflejo, Emilio pasó ambas manos a la espalda del chico y se dejó llevar, sobre todo cuando la lengua del otro pedía, o más bien exigía entrada a su cavidad bucal.

El calor se apoderaba del cuerpo de Emilio, causando algunas reacciones en otras partes del cuerpo.

- ¡Emilio! ¿Estás escuchando? -preguntó Joaquín haciendo que el castaño saliera del trance en el que estaba.

- ¿Eh?

- ¿Todo en orden? -reiteró el ojimiel.

- Si, por supuesto. ¿Qué decías?

Joaquín sonrió. -Me preguntaste sí seguía despierto y te dije "Si, no puedo dormir. ¿Quieres pasar el rato?" -repitió.

Eran las mismas palabras que hace un momento había dicho. Su garganta volvió a humedecerse y su corazón a latir rápido.

- ¿Y, y cómo planeas pasar el rato?

Ahora, en lugar de sonreír maliciosamente, Joaquín torció los labios mirando al techo pensando en algo.

- Nunca te he preguntado cómo conociste a Matías -habló colocándose de lado apoyado en su codo, sosteniendo su cabeza con su mano.

- ¿Qué? -preguntó sofocado por el calor que sentía, y con cierta decepción también.

- Oye, ¿Te sientes bien? Estás algo rojo y, -tocó su frente. -Estás que ardes.

El rizado se levantó y sentó en la cama, recargando su espalda en la cabecera de la cama. Bajó su mirada y se sonrojó al notar que sus tontas alucinaciones le habían provocado un voluptuoso accidente en su zona baja, que se apresuró a cubrir con una almohada.

- ¿Emilio? -insistió Joaquín.

- Estoy bien, es sólo que el tema de cómo conocí a Matías me hizo sentir nostálgico –mintió.

- Oh, bueno, no es necesario que me lo digas. Fue una idea nada más.

- No, está bien. Lo haré, pero con la condición de que tú me cuentes después cómo conociste a Alejandro. ¿Trato?

Joaquín sonrió satisfecho. -Trato. Habla.

Joaquín se acomodó como un niño pequeño esperando que le cuenten un fascinante cuento.

- Tenía dieciocho años, recién entraba a la universidad. Todo era bastante extraño y nuevo para mí, nunca había tenido tanto contacto con personas de mi edad porque me eduqué en casa, así que todo me resultaba asombroso. Mi compañero de cuarto llamado Zack me dio un tour completo en la escuela, él llevaba dos años tratando de pasar, pero la escuela no era lo suyo. En fin, esa misma noche, como bienvenida a los nuevos, incluyéndome en ellos, harían una especie de fogata en el centro del campus: en realidad yo no quería asistir, por lo mismo de nunca haber salido de casa me resultaba fastidioso los lugares o eventos muy concurridos, pero Zack insistió en que no podía perdérmelo, menos porque una banda se presentaría...

Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora