El dulce aroma de harina, azúcar y vainilla despertaron a Emilio después de una larga jornada de sueño.
Se volteó en la cama y notó la ausencia del ojimiel. Talló sus ojos y se levantó colocando sus pantuflas.
Mientras bajaba las escaleras escuchaba la radio tocando "Somebody to Love" de Justin Bieber, y junto a esta la voz de Joaquín.
La voz era cálida y dulce, podía notarse que disfrutaba la canción, que la sentía. Siguió el sonido y le llevó a la cocina, donde se asomó y vio a Joaquín de espaldas, moviendo el trasero al ritmo de la música mientras preparaba hot cakes.
Emilio sonrió por instinto y se cruzó de brazos.
- ¿Quién te dijo que podías hacer el desayuno?
El ojimiel se sobresaltó sintiendo un frío recorrer su espalda; se giró y sonrió al rizado que se burlaba de él.
- Emilio, la próxima vez avisa que estás presente.
- ¿Qué chiste tendría eso? De haberlo hecho no hubiera disfrutado tu reacción -respondió aun riendo.
-Pero te hubieras ahorrado el provocarme un infarto, ¿o acaso quieres dejar viudo a Alejandro tan joven?
Eso le quitó la sonrisa a Emilio, al contrario de a Joaquín. -Preferiría dejarte viudo a ti -murmuró.
-¿Dijiste algo?
- No, no. Pensé en voz alta. ¿Te gustan los Hot Cakes? -preguntó acercándose a la estufa, a pocos centímetro del chico.
- Me encantan, ¡no me digas que a ti no!
- No -respondió serio, haciendo que los ojos de Joaquín casi se salieran de su lugar. Emilio estalló en carcajadas. -¡Bromeo! Claro que me gustan.
Joaquín se sintió aliviado, pero para cobrar la broma echó un poco de harina al rostro del chico.
- Acabas de declarar la guerra -advirtió tomando entre sus manos la harina y atacando.
Una nube de harina se formó entre ellos, siendo parte de la inmensa diversión que no habían sentido en bastante tiempo.
El timbre sonó parando su diversión
- Tranquilo, yo abro.
Emilio asintió volviendo a su lugar. Joaquín caminó con una sonrisa embobada: sujetó la manija de la puerta y la giró.
En cuanto la puerta se abrió la tristeza invadió a Joaquín.
- ¡Alejandro! ¿Qué haces aquí?
- Hoy se acaba el intercambio, Joaquito -respondió sarcástico, sabiendo que su marido odia ese apodo.
Matías se rio del comentario de Alejandro mientras pasaban a la casa, alcanzando a Emilio en el comedor.
La expresión en el rostro de Emilio no era nada agradable, al igual que Joaquín.
- Volviste -habló el castaño a su marido.
- ¿Qué esperabas? ¿El divorcio? -al ver la cara de su esposo y Joaquín llena de harina se puso más serio. - ¿Qué les pasó? Emilio, no me digas que estaban usando unas mascarillas que parecen popo de paloma.
- No -respondió en seco. -Estábamos preparando el desayuno y todo se salió de control.
- ¿Tú lo preparaste? -le preguntó Alejandro a Joaquín, el cual asintió. -¡No me digas! Te preparó sus famosos hot cakes, ¿cierto? Siempre lo hace en la primera cita.
Un silencio incómodo. Emilio se había ofendido por aquel innecesario comentario.
- De cualquier forma Emilio Marconi es un asombroso ayudante -comentó divertido.
- Emilio Gilbert -corrigió Matías. -Su nombre es Emilio Gilbert.
- No empieces -le susurró el castaño.
- Lo lamento. Olvidé que están casados -contraatacó.
- Ya déjalos -ordenó Alejandro. -Vámonos, tenemos cosas qué hacer.
"Mentiroso", pensó.
- Nos vemos -dijo despidiéndose de Emilio directamente.
Sonrisas tristes.
Se dieron la vuelta y caminaron a la entrada.
- ¡Joaquín, espera! -gritó Emilio alcanzando al chico.
- ¿Qué pasa?
- ¿Me llamarás? -preguntó inocentemente.
- ¿Qué?
Eso desmotivó a Emilio de cierta manera, pero insistió. -Llámame, ¿sí? Me aburriré mucho sin ti.
*****
- Iré a dormir, Ale -anunció el castaño a su esposo quién estaba clavado en su laptop.
- Sí. Buenas noches -respondió sin siquiera brindarle una sonrisa.
Joaquín subió a su cuarto, se aseo y se recostó en su lado de la cama, cerró los ojos y comenzó a llamar al sueño.
Escuchó unas risas abajo de su marido, lo que le complicó aún más conciliar el sueño. Se levantó quedándose sentado en la orilla de su cama, viendo hacia la ventana de su vecino Emilio, se veía una luz encendida.
Optó por levantarse y sentarse en el marco de la ventana y, por alguna razón, esperar verlo.
Pasaron uno, tres, cinco minutos y nada.
"Iluso e idiota. Tienes esposo, Joaquín" pensó él mismo.
Se estiró para bajar las persianas, pero una silueta a lo lejos, al pie de la ventana lo frenó.
Era Emilio. Vestido con su pijama y su cara perfectamente lavada.
Ambos se miraron, alzaron la mano y se saludaron con una enérgica sonrisa en el rostro.
El rizado agarró su móvil de la cama y se lo señaló a Joaquín, indicándole que le llamaría.
- Hola -dijeron al unísono ambos desde sus celulares.
Risas por lo bajo.
- ¿Cómo estás? -preguntó Joaquín.
- Como te lo dije. Aburrido. En cuanto se fueron Matías se quedó dormido en el sofá y no hemos hecho nada. -suspiró. -¿Tú qué me dices?
- Alejandro no ha dejado de trabajar, sólo he visto televisión y hablar con una amiga. Nada fuera de lo común.
Más suspiros en ambas partes.
- Joaquín...
- ¿Si?
- ¿Te gustaría salir al cine mañana? Matías ensayará, así que tengo la tarde libre.
- No sé sí Ale tenga planes. -"Vamos Joaquín, a quién quieres engañar, nunca hacen algo juntos"
- Oh...
- Olvídalo, iré. Alejandro seguro tendrá trabajo.
- ¡Genial! Al fin saldremos como amigos, porque lo somos.
Joaquín sintió un gran calor cuando escuchó eso.
Acordaron la hora para salir juntos al cine, y siguieron bromeando con algunas cosas.
- ¿Puedo decirte algo?
- Claro. Acabas de decirlo, somos amigos.
- Cierto –soltó una pequeña risa. -Te extraño.
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Somebody Loves You; Emiliaco (adaptación)
Fanfic"Alguien te ama, y ese soy yo. Te lo prometo".