La espera lo estaba matando, por si fuera poco, ella no mostraba señales de querer responder, tal vez le había preocupado verla de esa forma... un poco. Sólo un poco.
—No tengo todo el día.— Aclaró él, sin rastro de enojo o sarcasmo.
—Ah, sí, lo siento. Yo no estaba...— Se liberó del agarré de brazo para poder limpiar su cara. Sus palabras se detuvieron al sentir las manos ajenas resfregándose en su cara, obligándola a levantar la mirada, estrujando de paso sus mejillas. —¡Hey! ¡Para!
—Eso te ganas por intentar mentirme.— Dijo Bakugo, formando una mueca característica de él con la boca. —¿Que no estabas llorando? ¿Y cómo explicas esto?— Estiró en direcciones contrarias las mejillas de ella, limpiando la humedad por el llanto.
—¡Ou, ou, ouch!— Ni siquiera sus tías jugaban con sus mejillas de esa manera, si que dolía. Cuando el rubio la soltó, Uraraka acarició su maltratada piel, lamentándose de haberse topado con él. No sabía que decir o hacer, simplemente suspiró, disculpándose por algo que en ningún momento fue culpa suya. —Lo siento.
—Deja de disculparte por todo, siempre haces eso.— La castaña se sorprendió. No. No era la primera vez que se lo decían, disculparse constantemente fue un mal hábito que adquirió al ser tan torpe y despistada, por lo que se acostumbró a que los adultos le digan eso, aún así, le tomó por sorpresa que él, justamente ÉL se fijara en ese detalle tan minúsculo.
La tensión era un poco molesta, no lo iba negar, menos mal ella ya lucía un poco más calmada que antes. Quizás él no era la persona más apta para consolarla -sin mencionar que no tenía ni pisca de tacto para esas cosas- aún así, no podía simplemente irse y dejarla, para variar, era obvio que Ochako no le iba confiar sus problemas a alguien con quien no comparte una amistad entera.
—No llores. Los héroes no deben mostrarse débiles.— Si bien no era la frase más correcta, fue la más indicada para un un momento de debilidad como ese, perfecto, pensó él.
Ochako lo vio con aún más sorpresa que antes, incluso ladeó la cabeza tratando de comprender a qué se refería o porqué le estaba diciendo eso. Para ella el llanto nunca fue sinónimo de debilidad, y el ejemplo viviente de ello era...
—Deku.— Pronunció ella, Bakugo le dedicó una mirada de confusión. —A-ah... lo siento, no me di cuenta de lo que decía.— Agitó una mano mientras que con la otra se rascaba la nuca, sonrió bastante nerviosa, ya había sido testigo anteriormente de como él se ponía histérico tan sólo de oír ese nombre. Esas palabras no calmaron para nada el enojo de Bakugo, aún así se contuvo. —Gracias por intentar mejorar mi ánimo, Bakugo-kun.
Nunca antes le había molestado tanto al rubio que alguien le sonriera.
"No me agradezcas." Pensaba decirle, hasta que ella siguió hablando.
—No eres el mounstruo sin corazón que todos creen que eres. Ah, estuviste callado mucho tiempo, ¿estás bien?
—¡Cállate!— Ahora sí que estaba ofendido, claro, ella debía arruinar el ¿momento? sí o sí, de otra forma no sería ella.
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Accidente. ⌦ᴋᴀᴄᴄʜᴀᴋᴏ
RomancePor circunstancias de la vida, Uraraka termina rompiendo la ventana de la habitación de Bakugõ, y para enmendar su error, éste le pide que cumpla un pequeño favor, ella acepta sin saber el infierno en el que se metió.