1. la despedida

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CAPÍTULO 1: la despedida


Sarah abrió los ojos lentamente, despertándose por última vez en su minúscula cama de su pequeña habitación en el número 4 de Privet Drive. En tan solo un par de horas se marcharía de esa casa para siempre, y no podía estar más contenta. 

Harry apareció dando trotes en la habitación y Sarah agradeció ya haber estado despierta porque no le habría gustado que su hermano la despertada abriendo tan bruscamente la puerta. 

—Ayúdame, por favor. 

Harry entró y su hermana se fijó en que se estaba sujetando con fuerza un paño de la cocina. 

—¿Qué has hecho? —perezosamente se levantó a ayudarlo y apartó el paño, dejando al descubierto un corte bastante profundo— ¿Cómo te lo has hecho? 

—Estaba sacando cosas viejas de mi baúl y di con los fragmentos rotos del espejo de Sirius —contestó Harry observando como su hermana iba al baño del pasillo y volvía rápidamente con vendas, alcohol y algodones. Sarah condujo a su hermano para que se sentara sobre su cama y comenzó a curarle la herida—. ¿Se puede saber por qué tú todavía no te has hecho el equipaje? 

Sin levantar la vista de la mano de Harry, la chica dijo:

—Solo voy a meter un poco de ropa, la hago en dos minutos. 

—¿No vas a llevarte nada? ¿Ni un libro, ni recuerdos de Hogwarts? 

Sarah sacudió la cabeza. 

—Solo me voy a llevar ropa y algo para poder escribir sobre los Horrocruxes y los avances que hagamos.  Hermione se encarga de los libros.

Aunque Harry pensaba que su hermana estaba cometiendo un error al desprenderse así de todas sus posesiones, sabía que no podía decir nada que pudiese hacerla cambiar de opinión, así que se mantuvo en silencio. 

—Ten más cuidado la próxima vez —le riñó Sarah cuando terminó de envolver sus dedos con una venda. 

Harry asintió y volvió al piso de abajo a seguir haciendo lo que sea que estuviese haciendo, Sarah no lo sabía. De debajo de la cama sacó su baúl, el mismo que se había comprado con Hagrid y su hermano casi seis años atrás, a punto de empezar su primer curso en Hogwarts. Lo único que había en su interior era una mochila con un encantamiento agrandador en su interior. Había vaciado el baúl  el primer día de vuelta en casa de sus tíos y sus pertenencias estaban distribuidas desordenadamente por la habitación.

Su bufanda emblemática de Gryffindor colgaba sobre la ventana, había montones de libros esparcidos por el escritorio, el suelo, los pies de la cama. Sarah ni siquiera los miró cuando fue hasta su joyero y cogió el collar que Sirius le había regalado unas Navidades atrás. Era lo único que se llevaría. Vio, apoyada detrás de la puerta, la saeta de fuego que Sirius también le había regalado en tercer curso pero tampoco pensó en llevársela. No la había usado en su vida y no lo haría ahora.

Fue al baño y cogió su neceser con lo más básico: cepillo de dientes, dentífrico, un peine y un pequeño frasco con esencia de vainilla; Sarah y su perfume eran inseparables, incluso en el fin del mundo. Pensó en la boda de Bill y Fleur y decidió coger también su maquillaje, haciendo una estricta selección para no ir tan cargada de cosas, y también cogió una túnica elegante para ese día. Echó dentro de la mochila casi todas sus prendas de ropa, evitando las más llamativas o de colores más vivos.

Mientras reflexionaba en que si estaba pensando en pasar inadvertida o llamar menos la atención igual debía teñirse el pelo, alguien llamó a la puerta con violencia en el piso de abajo. 

SARAH'S LEGACY - DRACO MALFOY / SH#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora