El destino por el que el Sarah Potter estaba marcada acaba de dar un giro de 180 grados. Para embarcarse en la mayor y más peligrosa aventura vivida hasta ahora, Sarah se ve obligada a perdonar al amor de su vida. Sin él, no se siente capaz de parti...
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Todo el mundo estaba nervioso y asustado. Había pasado más de una hora desde el aviso de lord Voldemort y la gente no estaba preparada para luchar de nuevo, quizá para entregar su vida. Todavía los habitantes y combatientes del castillo no se habían recuperado de la conmoción, las heridas y el dolor que suponía las numerosas pérdidas.
Por su parte, Draco se había dado cuenta de su error pocos minutos después de cometerlo. Estaba frustrado, colérico consigo mismo por haberse separado de ella. Pero ver a Remus y Dora muertos, sus dedos rozándose en el suelo del Gran Comedor, lo había dejado fuera de sí, le había nublado la vista y solamente quería quedarse allí a su lado, lamentándose y deseando poder ocupar su lugar y darle unos padres al joven huérfano. Si tan solo pudiera remediarlo...
No dejaría que le pasase lo mismo con Sarah, debía encontrarla por encima de cualquier cosa.
El Slytherin se había recorrido el castillo de arriba abajo, incluso había golpeado el cuadro de la señora Gorda hasta romperlo y poder entrar en la sala común de Gryffindor, pero no había ni rastro de Sarah por ninguna parte.
Jadeando y sudoroso, bajó al vestíbulo dispuesto a correr a los jardines, adentrarse en el Bosque Prohibido si hiciera falta, y gritar a los cuatro vientos el nombre de su chica, intentar recuperarla... Debía encontrarla antes de que no hubiera vuelta atrás, antes de que el daño fuese irremediable.
Llegando hacia las puertas de roble se cruzó con Longbottom, que arrastraba un cadáver con dificultad, casi sin fuerzas ya.
En vez de ayudarlo a llevar al joven sin vida que arrastraba al Gran Comedor, Malfoy exclamó:
—¡Longbottom! —el chico soltó el cuerpo y miró a Draco mientras corría hacia él— ¿Has visto a Sarah?
—Sí —dijo Neville, y se sacó la nota que Sarah le había dado para Draco del bolsillo del pantalón rajado—. Ella y Harry han ido a hacer algo, han dicho no sé qué de un plan. Sarah me ha dado esto para ti.
Draco sintió que su corazón se paraba, y se quedó quieto un momento, incapaz de tomar ese papel. No quería tener que leer su contenido, tenía miedo de lo que Sarah pudiese haber escrito en él, tenía miedo de que sus palabras resultasen tan demoledoras como creía.
Pero lo hizo; tenía que leerlo. Y lo leyó tan deprisa que la saliva se atoró en su garganta, lo hizo toser y querer arrancársela para poder experimentar otro tipo de dolor. Un tipo de dolor que ahogaría el que la pelirroja le había hecho sentir.
Las palabras no le salieron, su corazón se rompió en mil pedazos y sus piernas fallaron.
—¡Malfoy! —Neville tomó a Draco de los hombros para evitar que su cabeza diese contra el suelo y lo ayudó a apoyarse contra la pared— ¿Qué pasa? ¿Qué dice la nota?
