Capítulo 6

44 8 2
                                    

Después de todo lo que había pasado, llegué a casa agotada. Con ganas de darme un muy buen baño y acostarme a dormir.

Ya se me habían quitado las ganas de tomar chocolate.

Cuando llegué a casa mi intención fue irme directo al cuarto pero luego pensé que si no anunciaba mi llegada, mis papás se preocuparían. Por ello cuando  estaba apunto de subir las escaleras, decidí cambiar de dirección e ir hacia la cocina que era en donde se encontraban mis padres.

Mamá se encontraba  en el comedor en su portátil tecleando algunas cosas. Su cabello castaño con partes amarillas estaba recogido en un moño mal hecho y sus grande gafas se encontraban en la punta de su nariz.

Papá estaba de espaldas revolviendo algo en un sartén. Olía delicioso.

Se veía tan bien cocinando en su sudadera gris y su camisa blanca sin mangas. Sin duda mi papá era un lindo en todos los sentidos.

Yo me encontraba en la entrada de la cocina y como tenía mucha pereza mis pasos eran suaves y casi no se escuchaban, además mis padres estaban muy concentrados en lo que hacían.

—Hola má. Hola pá –saludé a cada uno llamando su atención. Mamá levantó su mirada a mí con una sonrisa y se arregló sus lentes. Papá dejó lo que estaba haciendo y se giró a verme.

—Hola cariño. –saludaron al unísono. Se veían de buen humor. Pero en cuanto se percataron de mi aspecto cansado fruncieron su ceño. Papá apagó la estufa y mamá cerró el portátil.

Tendría que hablar.

Me acerqué al comedor y me senté al lado de mi madre. Papá se acercó e imitó mi acción quedando al frente mío. Entrelacé mis manos encima de la mesa sin mirar a mis padres. Tenía muchas cosas en las que pensar. En ese momento mi cabeza era todo un lío.

—Princesa. –llamó mi padre y puse mi atención en él. —¿Quieres hablar ahora? –cuestionó papá posando sus manos sobre las mías trasmitiéndome confianza. Estas estaban cálidas, lo cual era una sensación agradable.

—Si te sientes muy cansada como para hablar con nosotros ahora podemos hacerlo después. –sugirió mi madre poniendo sus manos sobre las mías al igual que mi padre. Me sentí muy afortunada de tener unos padres como ellos. Es cierto que no son perfectos, pero siempre me han apoyado cuando más los he necesitado y me han brindado la confianza que necesito, por ello entre nosotros no hay secretos innecesarios.

—No, yo sí quiero hablar con ustedes de lo que pasó hoy. –dije haciendo un movimiento con mi cabeza para que mi cabello despejara mi rostro. Mis papás asintieron con su cabeza evitando decir una palabra para no presionarme. —Hoy fue un día muy extraño. Y tengo muchas dudas, muchas preguntas a las que no le encuentro una respuesta lógica. –confesé mirándolos. Suspiré antes de seguir hablando. —De regreso a casa Jackson empezó a actuar de una forma extraña...–inicié a contarles y ellos me escucharon atentos sin interrumpirme. Ocasionalmente me hacían una preguntas tipo: ¿Esos hombres tenían algo particular que los identificara? ¿Te dijeron algo más?

Yo les conté a mis padres todo lo que había pasado. Les describí los detalles que creí importantes y hasta les conté lo que pasaba por mi cabeza en esos momentos. Mis padres se mostraron compresivos, cosa que no me sorprendió pero igual agradecí mentalmente.

—... Eso es todo lo que pasó ¿Ustedes saben algo que explique el por qué de lo sucedido? –cuestioné para finalizar. Mis papás se miraron entre ellos antes de hablar. Había complicidad en su mirar. No tenía miedo por lo que pudieran decirme, pero sí estaba ansiosa.

—Sí. –respondió mi padre masajeando el torso de mi mano para que no me fuera a exaltar.

—De hecho sabíamos que había probabilidades de que intentaran golpearte. –confesó mi madre y eso sí que me sorprendió. Sin poder evitarlo quité mis manos de las suyas. No me sentía engañada, pero no procesaba las palabras de mi madre.

¡Yo Sólo Quería Mi Cliché! © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora