Capítulo 12

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Decir que jamás había manejado un arma sería una gran mentira. Porque sí lo había hecho. Sin embargo, jamás pensé que me enfrentaría a una de alguna manera. Siempre deseé jamás tener  que enfrentarlas de ninguna forma.

Cuando escuché la bala salir recordé el pavor que le tenía a estas cosas. Todo lo sucedido anteriormente pasó por mi mente como un recuerdo fugaz.

—¡Jane! –escuché gritar a Jackson. Su grito lo sentí algo lejano, apenas audible. La voz de él la sentía mezclada con el sonido que se escucha cuando agua nos está llenando los oído.

Lo primero que cayó fue el arma, porque fue liberada del forcejeo que había creado entre aquel hombre de ojos cafés y yo. Luego, ambos caímos al suelo desplomados.

Lo último que vi antes de cerrar los ojos fue a Jackson acercarse a mí con desesperación y preocupación en su rostro.

Sentía mucho sueño. Pero al mismo tiempo no podía dormirme. Sentí cómo Jackson palmeó mi rostro para despertarme pero me era imposible ceder. No tenía control sobre mí.

—Jane, dime algo. –pidió él. La preocupación era evidente en su voz. Quise decirle que no se preocupara, que sólo me sacara de la casa y todo estaría bien, pero no me daba. Sin embargo, sentí cómo Jackson me montaba sobre su hombro como si fuera un saco y se dispuso a salir de ahí. Lo supe porque cuando estuvimos fuera, el aire fresco de la noche me acarició el rostro.

El trance en cual había caído empezó disiparse paulatinamente. Volví a sentir mi cuerpo nuevamente hasta poder tener control sobre este. Ya no sentía que los sonidos que escuchaba se mezclaban con el agua cuando llenaban mis oídos.

Y antes de que me pudiera poner recta para soltarme de Jackson, me pareció ver a una persona muy conocida observándonos desde el callejón en el cual el rubio me había golpeado. La noche ya había caído, sin embargo, podría jurar que esa persona era Maleja.

Pero ¿Qué hacía ella aquí? ¿Tenía algo que ver? ¿Se enteró de lo que le pasó a Jackson? ¿Por qué no lo ayudó?

Eran muchas preguntas que no tenían respuesta, pero hacían que mi desconfianza hacia ella creciera.

Me removí en los brazos de Jackson en cuanto me sentí cien por ciento segura de mis movimientos.

Este me soltó sorprendido.

—¿Cómo? ¿No tienes nada? ¿No te pasó nada? –preguntó confundido y aliviado a la vez mientras me sostenía de los hombros.

—No me pasó nada. –le contesté. —Puedes calmarte. –agregué para que dejara de preocuparse. Jackson sonrió ampliamente al escucharme. Por primera vez, él me sonreía a mí de esa manera. Eso me conmovió. Y más aún cuando me abrazó fuertemente. Me tomó por sorpresa su acción y dudé si corresponderle o no, pero me decidí por hacerlo porque juntos salimos de una situación crítica. Así que lo abracé con el mismo entusiasmo con el cual él lo había hecho conmigo. Jackson giró conmigo en sus brazos emocionado. Su emoción se me contagió. Pero en mi corazón se asentó un sentimiento agridulce porque pensaba que él sólo estaba así de contento porque no tenía que sentirse culpable por algo malo que me sucediera.

Cuando Jackson me soltó, aún tenía una sonrisa amplia en su rostro. Él no me soltó las manos en ningún momento.

—Me alegra mucho que no te haya pasado nada. –admitió aún sonriendo. Yo quise responder a su sonrisa pero no pude.

—Lo sé. Así no tienes que sentirte culpable por si me pasaba algo malo. –solté aquello que no me dejaba responder a su sonrisa. Pero no lo hice intencional. Jackson cayó en cuenta en el tono de mis palabras y dejó de sonreír. Me sentí mal por ello porque me gustaba que sonriera.

¡Yo Sólo Quería Mi Cliché! © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora