Capítulo 10

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Había sido un día totalmente largo y a pesar de las diversas situaciones puedo decir que fue agradable. Conocí otra faceta de mi primo que no conocía y había conseguido un maravilloso libro con páginas en blanco que esperaban por ser llenadas.

La noche no se hizo esperar y la hora de dormir tampoco. Generalmente, antes de dormir, me gusta leer un poco. Como no tenía mi app de lectura en el celular para leerme unos de mis libros virtuales decidí buscar unos de los que ya me había leído antes en físico.

En mi habitación tenía una mini biblioteca en donde se encontraba todas las historias que me habían gustado. Casi todas eran de Romance.

"—Ahora ya no sé si lo que sentí por ti fue amor. –expresé derrotada" –leí mientras me encontraba acostada sobre mi cama. "—Por mucho tiempo hice tus decisiones mis decisiones, tus pensamientos los míos y tus sentimientos mis sentimientos. –lo miré a los ojos. Mis lágrimas salían sin parar. No tenía intenciones de detenerlas. Ya lo había hecho por mucho tiempo. No lo haría de nuevo. —Siempre procuré no darte motivo para desconfiar de mí. Sin embargo, lo hiciste. Y sólo te bastó un día para poner en duda mi palabra. –dije con decepción. Me sentía muy decepcionada. No sólo de él, sino conmigo misma. Porque permití que creyera y sintiera que yo era de su propiedad cuando no soy de nadie. Cuando no soy un objeto el cual le puede pertenecer a alguien. Me dejé cegar por sentimientos inmaduros. Y ahora estaba pagando las consecuencias de mis decisiones. Pero no dejaría que la forma de tratarme siguiera como una rutina. —Lo siento mucho, pero yo ya no doy más. –necesitaba tanto decir esas palabras. —Ya basta de celos y reacciones inexplicables e injusticables. Esto se terminó. –concluí con determinación. Él pasó sus manos por sus cabellos repetidas veces hacia atrás con desesperación.

—Tú no te puedes ir. –dijo acercándose a mí y tomándome por los hombros con fuerza. Como pude me sacudí de él y me liberé de su agarre.

—¡Por su puesto que puedo! –exclamé y sin esperar respuesta alguna, me giré y salí de la habitación. Lo escuché llamarme. Lo sentí perseguirme. Pero corrí hasta perderlo y no volverlo a ver más. Era lo mejor para los dos. Nos estábamos destruyendo el uno al otro y justificando aquella destrucción con "el amor". Si ese sentimiento era el que nos estaba acabando, entonces lo mejor era que matátaramos ese amor. " –al leer esa última parte del párrafo, sonreí con nostalgia al recordar la primera vez que me leí ese libro. Recuerdo que me enojé con la protagonista porque ella no entendía que el chico actuaba así con ella porque en realidad la quería, sólo que era primera vez que sentía algo parecido y no sabía explesarlo. Me encantaba cómo el chico podía ser rudo y dulce a la vez. Siempre me parecía justificables las acciones de él. Pero en ese momento que estaba releyendo la historia, pensaba que la protagonista fue muy valiente e inteligente al tomar la decisión de alejarse del chico. Concordaba con ella al decir que si ese sentimiento era el que los estaba destruyendo, entonces lo mejor era que lo mataran. Estaba cien por ciento de acuerdo con ella.

Es cierto que se puede luchar por la persona que se quiere. Es verdad que el amor todo lo puede y todo lo soporta. Pero también es cierto que ese sentimiento tan lindo, puede llegar a ser tóxico. Puede llegar a destruir, a oprimir a las personas; a hacer olvidar nuestros ideales, lo que valemos y nuestras limitaciones. Y cuando eso sucede. Cuando dejamos que lo que sentimos sobre pase los límites, entonces nos hará daño, nos destruirá.

En ese momento que releí aquella historia, me pregunté si de verdad el amor podría destruir a una persona. Me pregunté si se le podía llamar amor a aquel sentimiento que nos destruye, que nos ciega, que nos domina. Si me lo preguntaran ahora, diría que no. O tal vez, la respuesta simplemente sea que el amor lo idealizan mucho y que las personas suelen olvidarse que así como este puede traer la dicha más grande del mundo, también puede traer la destrucción más dolorosa.

¡Yo Sólo Quería Mi Cliché! © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora