A ver...¿Cómo comienzo? ¿Con la cagada que me hizo pegar Jackson en su motocicleta? ¿O con la correteada que me pegaron por culpa de Jackson? ¡Es que no comprendo cómo Jackson puede ser tan fastidioso! Todas mis desgracias se deben a él a ¡Jackson!
Todo iba bien. Llegamos a la biblioteca, nos bajamos de la motocicleta, nos quitamos los cascos, le entregué el que tenía y todo chévere hasta ahí. Él no había soltado ningún comentario burlón hasta el momento, lo que agradecía internamente porque me sentía muy bien como para que él me dañara el rato.
Entramos a la biblioteca y Don Porfirio se encontraba al fondo rodeado de unas cajas, que supuse, eran donde estaban los libros y así era. El veterano al vernos se le iluminaron los ojos de una manera tan conmovedora que inmediatamente hizo que yo le sonriera de oreja a oreja. Y como si nos conociéramos de toda la vida, me acerqué a él como si me fueran a dar un regalo, esquivando las cajas que se encontraban en el camino y le di un abrazo al que él correspondió sonriendo a carcajadas suaves y pausadas. Es taan tierno.
—Veo que hay trabajo por hacer. –dije una vez me separé de él, observando las cajas que se encontraban a nuestro alrededor.
—Y no sabes cuánto. –concordó él. Y la verdad es que era cierto. La Biblioteca Central tenía tres plantas las cuales se dividían por categorías y esas categorías tenían sub-categorías, por tanto, nos tocaba subir las sietes cajas, que era el total que había, a su respectivo lugar.
Uno puede llegar a decie: No, son siete cajitas nomás. Pero es que estas eran muy grandes, una persona como yo no podría rodearla ni alcanzar sus extremos con comodidad, además que estaban repleta de libros y en una de ellas había solamente enciclopedias. Y para colmo, el ascensor que se usa para estas cosas, estaba en reparación, por tanto, por ley nos tocaba cargarlas para transportarlas por las escaleras.
¿Los que trajeron las cajas no tenían que ponerla cada una en su piso? ¡Qué desconsiderados! ¿A caso no se dieron cuenta que Don Porfirio no tiene las fuerzas necesarias para realizar ese tipo de trabajo?
—Iniciemos con las dos cajas de la tercera planta para ir disminuyendo el trabajo de subir las escaleras. –indicó Jackson señalando dos cajas que se encontraban a sus pies. —Jane y Porfirio tomen esta caja y me la ponen en el hombro para yo subirla y ustedes dos suben la otra. –pidió y yo no procesé sus palabras, más bien me quedé viéndolo a él y luego a la caja y viceversa. Es que no creía que él pudiera solo con ella ¿Por qué? Porque Jackson no tenía el cuerpo así como en mis historias donde los chicos tiene brazos fuertes, grandes, musculosos y se les notan el maravilloso fruto de unas buenas abdominales. Es más, Jackson ni siquiera parecía ser el chico que va a un gimnasio o algo por el estilo, claro, no digo que no cuide su cuerpo, pero es que este no aparenta aguantar mucho que digamos.
—¿Te quedarás ahí viéndome a mí y a la caja o harás lo que te dije? –Cuestionó este sacándome de mis pensamientos con ese tono característico de él.
Y yo pensando en su bienestar, eso me pasa por ser entrometiche.
Como yo estaba con muchas ganas de ayudar a Don Porfirio, entonces ignoré a Jackson y con ayuda de el veterano elevamos la caja y se la pusimos sobre el hombro, así como él había pedido. Luego tomé la otra la caja levantándola levemente desde abajo. Enseguida el veterano hizo lo mismo pero desde el otro extremo. Al tirar hacia arriba Don Porfirio emitió un quejido por el peso del paquete. Por un momento me preocupé al ver su rostro, pero luego me calmé cuando él habló:
—¡Ay! Cuando yo era joven, que estaba como Matt, estas cosas no me pasaban. ¡Ahora con cualquier cosa ya me ando quejando! –exclamó entre suspiros con algo de añoranza. Yo sonreí avanzando junto al veterano hacia las escaleras. Cuando Don Porfirio subió los primeros escalones, casi –por no decir todo– el peso de la caja se puso en mí, pues yo estaba en la parte de abajo y aunque el veterano quisiera sostener fuerte la caja para que el peso no me afectara mucho, se le salía de las manos. Literal, la caja se le salía de las manos. Y sin poder evitarlo me quejé por la presión que se instaló en mi columna. —¿Estás bien? –Cuestionó Don Porfirio deteniendo sus pasos con preocupación.
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¡Yo Sólo Quería Mi Cliché! ©
Mystère / ThrillerJane, una chica un tanto caprichosa y malcriada, pasa todo su tiempo leyendo las historias más "clichés" en una aplicación conocida como Wattpad; siendo la típica lectora que busca aquellas historias donde el protagonista es un" dios griego", posesi...