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Kuroo tenía muy claro desde hace tiempo que la vida que estaba llevando ahora mismo no era realmente lo que él quería para su futuro, él quería formar una familia y tener una vida normal junto a la mujer que amaba pero para eso tendría que salir de la vida que tenía ahora mismo pero solo había una manera de salir de esa vida y realmente la muerte no era la opción más viable ni la que él quería. Kuroo era la mano derecha de uno de los más importantes y poderosos jefes de la mafia Japonesa, pertenecía a la familia del Nekoma una de las familias más importantes y poderosas de Tokyo.
Y es que de la persona que estaba enamorado tampoco facilitaba las cosas. Él estaba enamorado de la nieta del jefe Nekomata pero no era un amor platónico ni nada por el estilo de hecho su amor fue correspondido por esta.
Su relación era un secreto, no por qué no quisieran que todo mundo supiera que se amaban sino por qué una de las reglas de Nekomata y la más importante era que nadie absolutamente nadie podía tener contacto alguno con su nieta, el viejo tenía muy claro que no quería a su nieta dentro de este negocio o por lo menos no hasta que se suscitara alguna situación delicada. Era por eso que les tenía prohibido hablar con ella acerca del trabajo, claro que _____ no era nada tonta y desde hace años sabía a lo que su familia se dedicaba después de todo estar rodeada de mucha seguridad y ser escoltada a todas partes era algo muy poco común y demasiado sospechoso.
Por eso te había parecido raro que Nekomata designara a Kuroo como tú guarda espaldas personal pero tampoco te quejabas, de hecho cuando te enteraste que aquel chico tan guapo iba a ser tu guarda espaldas te emocionaste como si fueras una niña de secundaria. Aún recordabas cómo es que habías conocido a Kuroo y lo que habías sentido cuando lo viste por primera vez.
Tenias 18 años cuando lo conociste y aún lo recordabas como si fuera la primera vez. Era una tarde lluviosa cuando alguien tocó a la puerta de la inmensa mansión de Nekomata, te encontrabas tomando el té con tu abuelo como acostumbraban, esa cara tan gentil y dulce que solía tener contigo cambio cuando escucho a uno de sus hombres llamarlo.
- Disculpe la interrupción jefe, pero alguien quiere verlo.
Un suspiro pesado salió de los finos labios del mayor.
- ¿Quien quiere verme?
- Es un joven el que quiere verlo.
- En un momento voy- te miro y te sonrió - vuelvo en un par de minutos, no quiero que espíes- se levanto de su sillón favorito y acaricio tu mejilla.
- No abuelo, no lo haré- sonreíste.
«mentira»
Y así Nekomata abandonó ese pequeño estudio en el que se encontraban cerrando la puerta tras él. Esperaste unos cuantos minutos para poder salir, y al salir caminaste hasta el despacho principal que ocupaba tu abuelo para sus reuniones. Caminaste con cautela para que nadie te escuchara.
