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—¿Dónde habéis quedado? —pregunté mientras cerraba la puerta del departamento

—Oye, que tú también.

—Marta, —suspiré— vosotras sois las que habéis hecho la cita esta. —quiso interrumpirme pero no la dejé— Que ya sé, no es una cita, pero mi punto es que yo no tuve nada que ver en el plan.

—Pero vas a venir, ¿no?

—Mira, ni siquiera te voy a contestar.

Luego de dedicarle una última mirada, cogí el móvil para aprovechar el tramo de escaleras y avisarle a Natalia sobre el cambio de planes improvisado.

Alba:
oye que según parece me sumo a tu plan con Marta

Natalia:
y eso?

Alba:
pregúntale a ella, fue su idea

—¿En qué momento habéis hablado tanto?

Me giré para mirar a Marta a la cara y vi que tenía sus ojos clavados en mi móvil, el cual mostraba mi chat con Natalia.

—Está bien que yo a veces soy extremista con el tema de la privacidad, pero vosotras sois un caso perdido, eh.

—Oye pero es mi amiga, tampoco es como si hubiese leído una conversación super secreta.

—Martita, generalmente todas las conversaciones privadas son secretas. ¿O acaso sabes de todo lo que hablo con la Mari solo porque es tu amiga?

—Ya, bueno, pero es que Natalia-

—¿Yo qué?

Ambas miramos hacia delante para encontrarnos a una Natalia cruzada de brazos, esperando una respuesta.

—Nada, que hemos llegao. —se excusó Marta, intentando entrar al edificio

—No, no, Martuca. —negó cogiéndola del brazo y arrastrándola de nuevo hasta nosotras— ¿Qué estabas diciendo de mí?

—Nada, las conversaciones son privadas, ¿no es así, Alba?

—A mi no me metas, tú te metiste en esto, tú lo arreglas. —contesté divertida

—Pero igual te digo que es y no me crees.

—Marta, por dios. —rió Natalia— Te estoy molestando, no me importa de qué hablabais. Aunque seguro que cosas buenas sobre mí, ¿no? —agregó guiñando un ojo

Una vez que nos habíamos acomodado dentro, Natalia se limitó a mirar expectante a Marta, sin decir palabra alguna.

—¿Por qué me mira así? —me preguntó Marta en un murmuro— Me está empezando a asustar

—Marta, dime qué no me has hecho venir para usarme de mensajera. Pregúntale a ella.

—Ya que Alba ha sacado el tema, ¿me explicas a que se debe el que esté ella aquí? Qué yo estoy encantada, pero no era lo que tenía planeado.

—Es que... —Marta me miró, esperando que le hechara una mano otra vez

—No, Marta, cuéntale tú.

—Como tú digas. —se giró para enfrentar a Natalia por primera vez desde que habíamos entrado— Es que Alba tenía muchísimas ganas de verte. Y me estuvo rogando para que la dejase venir.

—¡Marta! Dile la verdad.

—Da la casualidad de que cuando Alba me avisó que venía dijo que era tu idea. ¿Algo que confesar, Martuca?

—Que os odio.

—Y como nos odias te has encargado de quedar con las dos, tiene sentido.

—Alba, —me llamó Natalia— ¿Algo que comentar al respecto?

—¿De lo de que por qué estoy aquí? Ya te lo dirá Marta cuando ella quiera.

—Tenía que intentarlo. —murmuró— Bueno, ¿comemos? —preguntó antes de sacar el móvil, momentos antes de que el mío vibrase

Natalia:
tienes algo que hacer luego de esto?

Alba:
no te parece de mala educación hacer esto?

Natalia:
eso no me responde

Alba:
no. por qué?

Natalia:
necesito tu ayuda con una cosa
puedes venir a mi casa en un rato?

Rodé los ojos y me aseguré de hacerle un gesto de disculpa a Marta, no quería que pensase que la estaba ignorando.

Alba:
vale, luego veo si me paso

Psicología de la MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora