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«Es cuestión de mirarte para entender la palabra felicidad».

—Daniel Arcos.

Paula

Cuando he grabado lo suficiente, me escondo en un rincón del pasillo y espero a que salga el director. Hoy es mi día de suerte. Esbozo una sonrisa malvada cuando lo veo salir agitado, ajustando su cinturón.

Una vez que me aseguro que está en su despacho, doy suaves golpes en la puerta. Él me ordena que pase y entro con una sonrisa de suficiencia. Es mi momento, y debo aprovecharlo.

—¿Cómo le va, señor director? —digo antes de sentarme y cruzar mis piernas.

—Bien, gracias —aclara su garganta —¿Qué la trae por aquí, señorita?

—Quiero que expulse al profesor Hamilton —suelto sin más, en un tono tranquilo.

—Ya le dije que eso no puede ser —dice cansado —Por favor, si eso es todo, abandone mi despacho. Necesito resolver unos asuntos pendientes.

—Bueno, entonces no me dejará otra opción que hablar con su mujer —me levanto de mi asiento, mostrándole el vídeo —Y enseñarle este curioso vídeo. No sabía que le gustaban los jovencitos...

Su rostro se descompone, y me mira con horror.

—¡¿De dónde ha sacado eso?! —grita nervioso.

Me encojo de hombros.

—Estaba caminando por los pasillos y de casualidad escuché unos gemidos provenientes del cuarto de la limpieza
—chasqueo la lengua —Para la próxima debería ser más cuidadoso.

—Maldita sea —gruñe, llevando una mano a su rostro.

—No me interesa su vida privada, director —murmuro rodando los ojos. Lo último que pretendo es angustiarlo con su secreto —Es más, debería agradecer que solo lo haya visto yo.

—¿Qué quiere, señorita Martínez?—dice rendido.

—Usted lo sabe perfectamente —le recuerdo.

—Está bien, expulsaré a Eric Hamilton —asiente —Pero deme ese vídeo, o no hay trato.

—Lo haré cuando me asegure de que está fuera de aquí.

—Bien, espero que cumpla su palabra —advierte con seriedad, y asiento.

🌙🌙🌙

—¡Al fin me libré de esa basura! —alzo mis brazos en señal de felicidad —La vida empieza a sonreírnos, amor.

No obstante, Iván no parece muy convencido.

—Sí, aunque no debemos olvidar que Alice sigue por ahí.

—Basta de amargarnos por culpa de esa psicópata —espeto sosteniendo sus mejillas —Hoy estoy feliz, y nada ni nadie podrá quitarme esta felicidad.

Ya no existe ningún obstáculo para que pueda cumplir mi sueño de graduarme.

—Está bien, ¿quieres que vayamos a comer a algún lugar? —sugiere, y asiento repetidas veces. Hace mucho que no vamos, y esta es una buena ocasión para celebrar.

🌙🌙🌙

Observo al profesor Hamilton recogiendo sus pertenencias, y no puedo evitar sonreír. Al fin me libraré de este idiota.

—La justicia tarda, pero llega —comento vengativa.

—Yo que tú no sonreiría tanto —dice mirando en mi dirección —Aún te queda el pez gordo.

Mi ceño se frunce al instante. ¿Acaso se refiere a Alice? ¿La conoce?

—¿Qué es lo que sabes? —murmuro acercándome a él.

—Qué pena, pero tengo que irme —se encoge de hombros, agarrando su maletín —Hasta nunca, Martínez -pasa por mi lado y se va sin más, dejándome con la intriga.

🌙🌙🌙

—Bonita, recuerda que mañana tenemos cita con la doctora —menciona Iván, sacándome de mis pensamientos. Las palabras de Hamilton no paraban de dar vueltas en mi cabeza.

—Sí, se me olvidaba —respondo con una amplia sonrisa —Al fin sabremos el sexo del bebé.

Debimos haber ido mucho antes, pero por miedo decidimos postergarlo y así salir lo menos posible.

—No me importa lo que sea, solo espero que esté bien —pronuncia, y lo atraigo hacia mí para besarlo.

—Por eso te amo.

El sonido del móvil interrumpe nuestro ardiente beso, y maldecimos. Aclaro mi garganta para contestar la llamada:

—¿Sí?

—Paula, en una semana será el juicio —la voz de Isabella suena acelerada al otro lado de la línea.




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Aprovecho para comentarles que esta historia será más corta que las anteriores.

Como siempre, gracias por sus votos y comentarios 🤗 ❤❤❤

Por siempre, tú © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora