Extra II

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—¿Cuándo vendrán mis tíos? —inquiere la pequeña Lydia, entretenida con sus coches de carrera.

—Eso, quiero ver al primo Jayden —añade Lucas, haciendo un puchero.

—Mañana temprano estarán aquí —contesto con una pequeña sonrisa—Nos bañaremos todos en la playa.

—¡Sí, sí, sí! —exclama mi niña —Y Flora también vendrá.

Cuando menciona su nombre, Lucas se ruboriza. No puedo ocultar mi tierna sonrisa.

—¡A Lucas le gusta Flora! ¡A Lucas le gusta Flora! —tararea la pequeña, burlándose de él.

—¡Cállate! —murmura molesto, cruzándose de brazos —Eres una mentirosa.

—Y tú un tonto que no quiere admitirlo
—dice sacándole la lengua.

Oh, no, odio cuando se pelean.

—Ya basta, o no habrá playa para nadie —amenazo levantando la voz. Ellos intercambian una mirada asustada, cumpliendo mi objetivo.

En ese momento aparece Iván, y corren hacia él para abrazarlo.

Par de traidores.

🌙🌙🌙

—Estaba deseando que llegaras, amiga —comento después de abrazar a Nat. Su presencia siempre trae buenas vibraciones.

—Y yo, darling, en el viaje casi muero asfixiada de calor, tu querido hermanito se olvidó de reparar el aire acondicionado —se queja pasando una mano por su frente, asesinándolo con la mirada. Él se hace el inocente  —Necesito un baño de agua fría.

—¿Y a este bomboncito de caramelo no lo extrañabas o qué? —interviene Alex, fingiendo tristeza —Me dueles, hermanita.

Nat y yo rodamos los ojos, riendo.

—Por desgracia no has cambiado —pronuncio —Sigues siendo igual de creído y dramático.

—Así te encanto, no lo niegues —menciona guiñándome un ojo. En el fondo tiene razón. Sus tonterías siempre me sacarán una sonrisa —¿Dónde está mi amigo del alma?

—En la cocina, preparando el almuerzo.

—Ugh, Iván y la cocina no son una buena combinación —chasquea la lengua, adentrándose en el apartamento —Lo ayudaré antes de que provoque un incendio.

🌙🌙🌙

Ya en la playa, todos corren hacia el agua menos el pequeño rubio, lo cual me resulta extraño.

—Jayden, ¿no vas a bañarte con Lydia y Lucas?

Él niega con la cabeza, haciendo un puchero.

—No quiero que me coma un... un tiburón como en la película —responde asustado, y lo atraigo hacia mí para abrazarlo.

—Aquí no hay tiburones, pequeño, te lo prometo. Solo pececitos y cangrejos que no hacen daño —sonrío para calmarlo.

Él asiente.

—Vale, tía Paula, pero... —juega con sus manos, como si estuviera demasiado nervioso y avergonzado —Pero el miedo me da ganas de hacer caca.

Abro mucho los ojos, agarrando su mano para llevarlo rápidamente al baño de un chiringuito.

—Aguanta, Jay, ya casi llegamos.

Una vez allí, lo acompaño dentro del cubículo para ayudarlo y minutos después nos encaminamos a la playa de nuevo.

Iván me busca con la mirada y me sonríe. Amo que siempre esté pendiente de mí.

Acto seguido, mi niña se acerca agitada.

—Jay, ven al agua, quiero que conozcas a Flora —dice Lydia, tirando de su brazo.

Él me mira dubitativo y asiento.

—Ve, no tengas miedo, cariño.

Finalmente me obedece, sacándome una sonrisa.

Al rato sale Iván del agua, con el cabello chorreando por su rostro y dejándome admirar su trabajado cuerpo. Es tan condenadamente sexy, que algunas mujeres fijan la mirada en él. Pero no me importa, porque sé que sigo siendo su único amor. Me lo demuestra cada día.

Cuando está cerca de mí, le tiendo el bote de crema con una sonrisa pícara.

—¿Me echas, por favor?

Él sonríe, con una pizca de lujuria y al mismo tiempo diversión en su mirada. Me recuesto boca abajo sobre la toalla e Iván se sienta a un lado, desabrochando la parte superior de mi bikini para esparcir mejor la crema. Miles de escenarios no aptos para todo público me vienen a la mente. Carajo, con la edad me estoy volviendo más pervertida.

Sus manos acarician mi espalda desnuda, un simple gesto que envía una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Es tan relajante y al mismo tiempo excitante que no puedo evitar soltar un suspiro. Me encantan sus masajes, pero mucho más él.

—Ты продолжаешь сводить меня с ума, как в первый день —lo escucho murmurar, pero no entiendo una sola palabra. ¿Es cosa mía, o me ha hablado en otro idioma?

—¿Qué dijiste?

—Nada, una tontería.

—Oh, vamos, no me dejes con la curiosidad.

—Solo te hablé en ruso para hacerme el interesante —ríe, encogiéndose de hombros.

—No sabía que conocías el idioma —este hombre nunca dejará de sorprenderme. Sabía que su padre lo era, de ahí su apellido, pero nada más.

—Mi padre me enseñó un poco cuando era pequeño.

—Dímelo —insisto, volviendo al tema —¿Qué decía?

Que me sigues volviendo loco como el primer día.

Al instante me olvido de respirar.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2020 ⏰

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Por siempre, tú © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora