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"¿Quién eres?"


Eunbi garabateaba por tercera vez la misma pregunta en un trozo de papel, no conforme con ninguno de los resultados que había conseguido. Fastidiada, arrugó el pequeño trozo de papel arrojándolo lejos a su espalda.

Se llevó las manos a la cara murmurando un montón de maldiciones sin sentido logrando que Sojung estallara en carcajadas nuevamente mientras jugaba con el sorbete plástico de la bebida que había ordenado junto con su almuerzo.

El par fue interrumpido por la llegada de un tercero. La castaña se aproximó a ellas luego de recoger la bola de papel que Eunbi acababa de arrojar al suelo, solo para acabar por estrellar la dichosa nota en la cabeza de Eunbi con un golpe seco.

—¡No tires tu basura al suelo! —la reprendió antes de ocupar el lugar vacío junto a ellas en la mesa y dedicarles su más brillante sonrisa.

—Joder, Yerin —la pelinegra se quejó sobándose la cabeza, —que bruta eres.

—A ver si así aprendes a no ir por la vida arrojando tu mugre por ahí —respondió sin perder en ningún momento la sonrisa. Sojung mordió el dichoso trozo de plástico con el que llevaba un rato jugando en un intento de aminorar aunque sea un poco su risa.

—Ya deja de reírte, Sojung imbécil —bramó la pelinegra totalmente harta de la situación. La rubia no había hecho más que burlarse de ella desde que había comenzado a recibir las notas.

La mayor no pudo contener más su risa, estallando en carcajadas nuevamente. Eunbi se limitó a rodar los ojos con fastidio.

—Ya, —se limpió una pequeña lágrima que había escapado de sus ojos producto de su incontrolable ataque de risa —lo siento. Es que verte lidiar con este tipo de atención me resulta muy cómico —agregó sin poder evitar reír nuevamente.

—¿De que me perdí? —preguntó Yerin, arrebatando a Sojung el vaso que tenía frente a ella, quitando el torturado sorbete de plástico para devolvérselo a su amiga mientras le daba un sorbo limpio a la bebida.

—Eunbi tiene un admirador secreto —respondió la rubia subiendo y bajando ambas cejas sugerentemente. La castaña las miró a ambas abriendo los ojos tanto como le fue pudo.

—¿Cómo diablos ha pasado eso? —exclamó, provocando que Sojung tuviera que esforzarse en demasía por no estallar en risas otra vez.

—Eso mismo he dicho yo —coincidió, golpeando suavemente el brazo de su amiga con el dorso de la mano.

—Repito: no entiendo cómo es que sigo siendo tu amiga —murmuró la pelinegra molesta mientras garabateaba la dichosa pregunta en la hoja una vez más.

Antes de arrepentirse por lo horrible que se veía su caligrafía, se puso de pie dispuesta a dirigirse a su casillero a dejar la dichosa nota. Esperando así poder comunicarse con la persona misteriosa.

—¡Ve a por tu príncipe! —la animó Sojung alzando ambos brazos al aire sólo para ser ignorada por la menor.

—¿Por qué príncipe y no princesa? — cuestionó Yerin con el ceño fruncido.

—Bueno, príncipe, princesa, sapo, lo que sea —rodó los ojos antes de divisar a su novio ingresar a la cafetería acompañado de sus amigos. —Tengo que irme, puedes quedarte con mi refresco —agregó poniéndose de pie para abandonar la mesa.

—Que asco tu heterosexualidad —la picó Yerin mientras la veía alejarse, esbozando lo que ella consideraba su mejor mueca de asco.

—Cállate, envidiosa —replicó la rubia volviéndose levemente hacia atrás para mirarla.

—¡Ya quisieras! —exclamó rodando los ojos mientras volvía a esbozar una sonrisa.

Roses [2EUNBI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora