Roses [2EUNBI]

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"Sé reconocer mis sentimientos pero soy demasiado cobarde para enfrentarlos"

Suspiró pesadamente mientras dejaba la nota junto con la penúltima rosa en el casillero de la pelinegra menor, antes de recoger su mochila del suelo y alejarse del lugar antes de que alguien pudiera verla.

Yuna no estaba con ella esta vez, por lo que tenía tiempo de sobra para abstraerse pensando en la situación.

Había prometido Eunbi desvelar su identidad luego de haberle entregado diez rosas azules. Y ya solo quedaba una. Tragó en nudo que se había formado en su garganta producto de los nervios. Acababa de confirmarle a la menor que era una cobarde, ¿cómo se suponía que la encararía ahora?

Que tonta eres Eunha. De todos los números posibles, ¿por qué elegir el diez? Se repetía a sí misma una y otra vez. Cualquiera que la oyera creería que se había vuelto loca. Por suerte para ella, nadie podía saber lo que pasaba por su mente en ese momento.

Frunció los labios en una mueca, mientras contaba las baldosas que pisaba camino al aula de música, lugar de su siguiente clase.

—¡Eunha! —Trató de calcular a la velocidad de la luz las probabilidades de cruzarse justo en ese preciso momento con ella. Fracasando monumentalmente. —Hola —la saludó la menor sonriente cuando llegó hasta donde estaba.

Eunha había detenido su paso alzando la vista en la dirección de la que había provenido su voz, forzándose a sí misma a sonreír con naturalidad pese a que en ese momento le hubiera gustado por demás echarse a llorar.

—Hola Eunbi —saludó en respuesta, —¿vas a clase de música? —preguntó pese a saber que obviamente sería así puesto que ambas compartían dicha asignatura. La menor asintió.

—Tengo que ir a dejar unos libros a mi casillero antes, —agregó, señalando en la dirección por la que Eunha acababa de llegar. —¿Quieres acompañarme?

Di que no —Seguro —sonrió una vez más, pese a estar queriendo golpearse a sí misma por no haber rechazado la oferta con una excusa cualquiera.

Caminaron de regreso, en caso de la mayor, a la taquilla de Eunbi. Al llegar, esta rápidamente corrió a tomar el trozo de cartulina azul junto con la rosa, esbozando una pequeña sonrisa al tener ambos objetos en sus manos.

—¿Es del admirador secreto del que me comentaste aquella vez? —preguntó, intentando como pudo sonar genuinamente curiosa. Aunque en el fondo estaba convencida de que no lo había logrado en lo más mínimo, la menor no pareció darse cuenta cuando se volvió hacia ella con una media sonrisa.

—Si —respondió a la pregunta que Eunha había hecho. posteriormente procedió a abrir su casillero y realizar el cambio de libros correspondiente, mientras le platicaba algo a Eunha sobre el dichoso admirador, el hecho de que estaba tentando a su suerte al intentar adivinar por cuenta propia de quién se trataba y que le daba curiosidad el hecho de que las rosas fueran justamente de su color favorito. Eunha se felicitó internamente por haber tenido en cuenta ese último detalle..

Mientras la menor continuaba con su plática, la más baja pensaba en el hecho de que si Yuna estuviera a su lado, ya habría sacado su teléfono y le enviado miles de emojis del payaso solo para mofarse de la situación en la que había acabado.

Como si de un sexto sentido se tratara, su celular vibró en su bolsillo indicando la llegada de un nuevo mensaje. Luego de disculparse con Eunbi, procedió a sacarlo de su bolsillo comprobando que, efectivamente, había recibido un mensaje de Yuna.

"🤡".

Seguido a este, había adjuntado una foto de ella y Eunbi paradas junto al casillero. Alzó rápidamente la vista mirando hacia todos lados intentando ubicar a la castaña.

Bufó al no tener éxito llamando la atención de Eunbi nuevamente, quien se encontraba cerrando la puerta de su casillero lista para encaminarse en dirección a su siguiente clase.

—¿Ocurre algo? —preguntó evaluando la expresión de la mayor. Esta rápidamente negó con la cabeza. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué su mejor amiga jugaba a ser paparazzi mientras se mofaba de sus desgracias? Claro que no. Simplemente porque no podía explicarle a la menor el verdadero motivo de la burla de su mejor amiga.

—No, nada— sonrió, girándose para caminar en dirección al aula de música otra vez.

Durante el trayecto, la menor platicaba sobre lo mucho que le estaba costando dar con la letra adecuada para la canción que estaba escribiendo para el proyecto de fin de curso pero Eunha era incapaz de prestar atención a lo que esta le decía. Por más que lo intentara, no podía dejar de pensar en el hecho de que con la próxima rosa todo acabaría; y ella no tenía la menor idea de qué es lo que iba a hacer a continuación.