— ¡Johnson! No holgazanees o serás el próximo en abordar esos contenedores— Gritaba el amargado Coronel Reiner con su habitual tono malhumorado ordenando a sus hombres apresurar el ritmo de trabajo.
El equipo de carga trabajaba arduamente para acabar con sus tareas de llenar los buques que se dirigirían a otras bases militares con armas y personas que ejercerían como esclavos.
En las alturas se encendía la luz azul que indicaba que los buques debían hacia su siguiente destino, dejando al equipo encargado de la carga en el muelle, a orillas del mar levemente iluminado por las estrellas que parecían querer guiar a los marineros.
—Coronel, su esposa está esperándolo en la salida del muelle— Decía uno de los reclutas haciendo el saludo pertinente hacia su superior.
—De acuerdo, arreglen todo y retírense, yo me voy ya— Respondió el Coronel devolviendo el saludo y retirándose mientras se preguntaba internamente porque su esposa le molestaría al salir del trabajo.
Mientras caminaba en dirección a la salida con paso apresurado pudo vislumbrar la figura de su esposa, una bella mujer rubia de ojos azules cual zafiros que lo esperaba con una sonrisa en su inmaculado rostro de piel blanquecina.
—Vanessa, ¿Se puede saber que mierda haces aquí? Sabes que odio que me busques en el trabajo— Decía alterado el Coronel.
—Tranquilo, vamos a caminar un poco por la playa, así nos alejamos de este sitio, Connor nos está esperando en el auto— Trato de calmarlo Vanessa.
— ¿También trajiste al niño? ¿Estás loca o qué?— Gritaba mientras comenzaban a dirigirse al auto.
—Lo siento, el también quería estar con nosotros en un día tan especial, recuerda que ya es oficialmente nuestro aniversario—
Del auto se bajó un pequeño niño de unos 8 años, hijo de ambos y ciego de nacimiento que saludó efusivamente a su padre en cuanto lo escuchó acercarse.
—Te extrañé mucho papá, hace bastante tiempo que no vas por casa— Dijo con algo de tristeza el niño, a lo que su padre respondió con indiferencia para luego separarse de él.
Los tres se dirigieron hacia la playa, lo más lejos posible del puerto, por el camino el Coronel Reiner se mantenía con un mal humor que podría desanimar a cualquiera con solo verlo, por su mente solo pasaba el querer salir de esa situación lo antes posible, hasta que...
—De acuerdo cariño, creo que ya estamos bastante lejos, Connor ¿Por qué no vas a jugar un poco con la arena?— Ordenó su madre, el joven obedeció y se alejó un poco de ellos dejándoles algo de privacidad.
Una vez solos, Vanessa creó con su magia una pequeña llave que resplandecía con un tono carmesí, la acercó al pecho de su marido y del cuerpo de este surgieron numerosas cadenas que se rompieron dejando caer un brillo similar a estrellas a su alrededor.
—Lo siento mucho cariño— Dijo el Coronel antes de caer arrodillado al suelo con las lágrimas recorriendo sus mejillas cual río sin control.
Aquellas cadenas que se habían destruido eran las que le permitían al Coronel exhibir su actitud déspota y sanguinaria. Rápidamente comenzaron a llegar a su mente las imágenes de todas las personas a las que les había hecho daño, las súplicas de madres preocupadas, los llantos de amantes desesperadas y la estela de sufrimiento que dejaba por todo lugar donde estuviera junto con sus tropas.
—Tranquilo, todo estará bien, estamos contigo— Decía la mujer tratando de calmar a su esposo abrazándolo luego de liberar sus sentimientos de su encierro.
Tras haber sido reclutado por el ejercito de Highland, el joven Jack Reiner tuvo muchas dificultades para cometer los malvados actos que se le imponían, cada vez era más doloroso tener que separar familias por caprichos de otras personas, su motivación para salir adelante era por supuesto, su esposa, a la que conoció en su pueblo natal y logró llevarse luego de estar un tiempo en el ejercito, su único sustento eran las atrocidades que carcomían por dentro al joven Jack. En poco tiempo ambos descubrieron una forma de facilitar su trabajo, usando las cadenas mágicas de Jack, sellaba sus propios sentimientos de compasión y empatía en lo más profundo de su corazón, permitiendo que solo su mujer los liberara cuando tuviera la oportunidad. Esto hizo que ascendiera rápidamente en la jerarquía basada en poder y logros que sustentaba el ejercito, se convirtió en uno de los soldados favoritos de los altos mandos por sus actos inhumanos, pero en su interior se escondía un hombre preocupado por su esposa y su hijo que solo quería darles una buena vida a costa de la suya.
—Cariño, ya estoy harto de todo esto, no sé qué hacer ni a donde me guiaran las estrellas, ahora que se rumorea que el General Jagter está por retirarse de su puesto comenzaran las elecciones por ser el siguiente al mando y temo que si me escogen termine involucrado en situaciones cada vez más grotescas y horripilantes— Decía el Coronel con los ojos rojos por el llanto y aterrado por lo que podría depararle el futuro.
—Tranquilo, seguro encontraremos una solución, pero debes ser fuerte, quizás podamos sellar más profundo tus sentimientos—
—No es eso, ¿Qué se supone que debo hacer cuando siento que mi tiempo se desvanece con cada acción que realizo?— Respondió mirando las olas. –Cada vez me pregunto más si ese ser despiadado y cruel en el que me convierto terminará apoderándose de mí, no quiero perderme a mí mismo, pero temo más perderlos a ustedes— Dijo volviendo a llorar desconsoladamente.
—Seguro hay más opciones, podemos escapar a otro país o quizás retirarte del ejercito—
—No las hay, es imposible escapar de ellos y la única manera de que ustedes tengan una vida digna es que yo preste servicio militar, piensa en lo que podría pasarle a Connor— Señaló al niño que permanecía recostado en la arena sintiéndola pasar por sus manos.
—A mi no me importa que tengamos que pasarlo un poco mal, solo no quiero que sufras de esa manera por nosotros— Respondió llorando la mujer.
—Escúchame, no podemos ser libres hasta que aprendamos todo de lo que somos capaces, si no podemos defendernos de los caza recompensas del ejercito solo seriamos una pareja más de desafortunados—
En ese momento comenzó a sonar el celular de Reiner, al contestar se le comunicó que debía estar preparado antes del amanecer para partir a su próxima misión, esta vez debía reclutar a más jóvenes de algún pueblo y exterminar a los sobrevivientes. La mirada de Jack había dado a entender a su esposa toda la situación.
—No tienes que decir nada, te amo, nosotros te amamos, así que vuelve en una pieza por favor— Decía mientras volvía a sellar las emociones de su marido con lágrimas en sus ojos. Una vez convertido en el despiadado Coronel Reiner, Jack partió hacia su próximo destino, dejando a su familia atrás como todas las veces anteriores, sin saber siquiera que le depararía el futuro.
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Relatos Proyecto Agir: Geschichten Awards 2020
Fantastik¡Hola! Aqui estaré publicando los relatos pertenecientes a los Geschichten Awards. Casa: ASIMOV