Por años ha habido dos clanes de Exorcistas que han tenido el deber de erradicar y proteger a las personas de los espectros que acechan la costa cercana.
Pero una disputa hizo que ambos clanes se separaran, el clan Minamoto pensaba que lo mejor era...
El sol iluminaba la ventana de un cuarto matrimonial, el rayo de sol se asomaba en el rostro del rubio despertándolo de su sueño. Con cuidado se levantó de la cama para evitar despertar a su pareja, con lentitud salió de la habitación.
En el momento que salió, la persona que dormía plácidamente se dio la vuelta dejando ver su inmenso vientre.
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- ¡Papi! – Exclamo una pequeña pelinegra de 5 años en camisón en lo que corría en dirección del adulto que apenas entraba a la cocina.
- Princesa – Le correspondió el saludo el mayor abrazándola de la cintura alzándola. - ¿Qué te parece si vamos a ver qué hay de comer? –
La pequeña solo frunció su frente al recordar que su padre no se le permitía cocinar por una buena razón. – No cocinaras, ¿Verdad? –
- No creo, que tal si pido comida rápida – Respondió Teru sabiendo que sus habilidades culinarias eran horribles, pero hizo una nota mental en buscar a alguien que cocinara para ellos. Desde que su esposo entro en el último trimestre de embarazo no se le permitió hacer muchas cosas entre ellos cocinar. - ¿Quieres que te pida algo en específico, Hana?
La pequeña Hana solo llevo un dedo en su mentón en lo que hacía una mueca pensativa.
- ¡Omurice! – Respondió alegremente.
- Entonces un omurice y algo para mami – Dijo el rubio dejando en el suelo a su hija para ir a buscar su teléfono para pedir el desayuno.
Hana una vez en el piso se fue corriendo a la mesa para terminar un dibujo, quería dárselo a sus hermanitos como regalo de cumpleaños.
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Todos los conocidos del matrimonio Minamoto se encontraban en la sala de espera luego de que Amane entrara en labor de parto en la madrugada.
Kou intentaba calmar a su hermano mayor quien desde que llevaron a su esposo al quirófano no había dejado de dar vueltas en el pasillo. Temía que se mareara y se desmayara en el acto.
Mas lejos de ellos Tsukasa entretenía a su sobrina. La pequeña era la copia de su madre, le recordaba mucho a su hermano cuando era más joven.
- Tío ¿Mama estará bien? – Pregunto la pequeña a su tío Tsukasa deteniendo su juego con los kokujoudai.
- Por supuesto que sí, Amane es fuerte no lo olvides princesita – Respondió Tsukasa tocándole la nariz provocando que la pequeña riera.
Paso otra hora hasta que una enfermera salió de la sala.
– Familiares de Minamoto Amane – Dijo la enfermera desde su lugar.
El Minamoto rápidamente se acercó a la enfermera sonrojada por el atractivo del alfa.
– Yo soy su marido, mi esposo se encuentra bien– Habló rápidamente el rubio.
– Felicidades, la madre y los bebés están en perfecto estado. – Informó con una sonrisa. – En unos minutos pueden pasar a verlos, si me permiten tengo que ir a ver a otros pacientes -
Todos se acercaron a felicitar al nuevamente padre.
.....
El atardecer brillaba desde la ventana del hospital en donde residían los dos exorcistas con sus gemelos.
Minamoto Takao y Minamoto Kane eran un par de varones alfa de dos kilos y cuatrocientos gramos. Ambos habían heredado la apariencia del lado de su padre, cabellos rubios y ojos azul.
Si de algo estaba seguro Amane es que si bien su relación con Teru no empezó bien y hubo momentos en que pensó que nunca cambiara, el destino parece que no estuvo de acuerdo con él.
No solo su pareja estuvo ahí cuando lo más lo necesitaba, sino que reconoció sus errores e intento todo para ganarse su corazón.
Cuando veía a Teru jugando con las pequeñas manos de su hijo con la misma sonrisa cuando juega con su primogénita.
Cree de corazón que no lo cambiaría por nada en el mundo.
- Como un compromiso espectral – Susurro con una sonrisa. Él bebe dejo de succionar su pezón avisando a su madre que había terminado de comer.
