Capítulo 3

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Los días soleados en Themyscira parecían haberse acabado, pues desde hace días las fuertes tormentas no cesaban y para colmo los fuertes truenos que venían con ellas tampoco

– ¿Por qué viniste? – preguntó Hipólita al sentir una poderosa presencia a sus espaldas

–Haz estado ignorándome – respondió – Tenemos que hablar de Diana

–Lo sé – suspiró – Ahora que estas aquí ¿podrías parar todo esto? – señaló la lluvia – Vas a inundar mi isla

–Exactamente sobre eso quería hablarte – el dios con un movimiento de dedos hizo que todo parara, pero segundos después la lluvia volvió – Como te podrás dar cuenta, esto no es obra mía

– ¿Qué? ¿Cómo que no es obra tuya? ¿Quién podría...

Hipólita se quedó callada pues no podía creer que su hija fuera la responsable de tan fuerte diluvio

–¿Acaso ella...

Zeus asintió con orgullo radiando en su rostro – Como era de esperarse...nuestra hija ha heredado mis poderes y bueno, al igual que yo, estos a veces se reflejan en su estado de ánimo

– ¿Crees que lo que predijo el Oráculo sobre nuestra unión sea cierto? – preguntó Hipólita con nerviosismo

–Claro, Diana durante casi toda su vida ha llevado brazaletes que se supone deberían de hacer sus poderes nulos y aun así es lo suficientemente fuerte como para hacerle frente a Quimeras y Gorgonas

–Y... ¿eso no te preocupa? – Zeus la vio sin entender – me refiero a que cuando el Oráculo te dijo que la unión con Metis traería a dioses más poderosos que tú al mundo, pues... tú procediste a tragártela ¿por qué no hiciste lo mismo conmigo cuando el Oráculo predijo lo mismo? – preguntó con curiosidad

–Dime anticuado pero, son tiempos completamente distintos, y estaba seguro que nuestra unión no traería nada malo al mundo, más bien al igual que pasó con Metis, ahora tengo dos hijas que parecen tener casi nada de maldad en su ser – dijo refiriéndose a Atenea y Diana –El Oráculo puede tener visiones del futuro, pero nosotros nos encargamos de si queremos que se cumplan o no

– ¿Has estado pasando tiempo con Atenea, no? – preguntó Hipólita al ver lo filosófico que se había vuelto el dios

–Puede que sí, pero no he venido a hablar de ella– su rostro se tornó serio – Esto tiene que parar Hipólita, no puedes seguir tomando el control sobre la vida de nuestra hija

– ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí realmente? – preguntó poniéndose a la defensiva

–Ya te lo dije, estoy aquí por Diana, escuché cuando te dijo que la dejaras ir a Egipto y tú te negaste ¿Acaso te gusta verla en ese estado tan deplorable?

– ¡Claro que no!

–Pues pareciera que sí...

– ¿Qué propones? – bufó molesta

–Que la dejes ir a Egipto, será bueno para ell...

–Definitivamente no – se negó inmediatamente

–Sabía que dirías eso, así que me adelante y le di órdenes a Aela y Artemis para que prepararan todo y se la llevaran mientras tengo esta conversación contigo

– ¿¡Que tu hiciste que!? – gritó la reina mientras se apresuraba hacia el balcón de su habitación – ¿Estás bromeando, no? – preguntó, pero quedó muda al ver como una nave despegaba y salía a toda velocidad traspasando la barrera

Wonder Woman & Mera IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora