Capítulo 18

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XVIII. Mensajes anónimos.

EMMA SLATER.

Disparos.
Gritos.
Súplicas.
Llantas rechinando.
Sangre...

Mi cuerpo actúa por si solo.
Abro los ojos de forma inmediata, mi respiración se encuentra agitada y puedo sentir mi frente empapada de sudor.

Otra pesadilla.

Tardo mucho en reconocer el lugar, pero cuando lo hago, siento un fuerte pecho presionado a mi costado.

Y los recuerdos llegan.
Y mi sonrojo también.

Después de nuestra sección de besos, y pues más allá de los toques. Donde Malik con su actitud dominante y posesiva me pidió ser su novia y dónde tuve el primer sexo oral de mi vida.

Una noche muy intensa a decir verdad. No sé en qué momento de la noche, nos quedamos profundamente dormidos.

Podría tomarla como la mejor noche de mi vida.

Giro mi cabeza para verlo dormir plácidamente, su cabello cae de forma alborada en su rostro.

Digamos que yo fuí la responsable de su alboroto.

Al verlo con más profundidad, puedo notar su ceño fruncido, la forma en que sus labios se aplastan por la almohada. Me hace formar una débil sonrisa, en medio de los desenfrenados latidos de mi corazón.

Me tiene bastante apretada contra él. Pero necesito tomar aire fresco. Así que, con todo el cuidado que pueda tener, me logro safar de su agarre.
Después de minutos salgo de la cama sin hacer el menor ruido posible.

Los ventanales son de cristal, y toda la claridad se filtra, dando paso a la vista de un amanecer.
Suspiro tomando mi teléfono y mi pequeño bolso de mano.

Tomo el pomo de la puerta, y con un giro delicado, estoy saliendo de la habitación, en busca de un vaso de agua que refresque mi cuerpo.
Y mis revoltosos sentimientos.

Al divisar la cocina, busco algún recipiente para tomar el agua. Todo está perfectamente arreglado, así que no es una tarea difícil. Busco una de mis pastillas en mi bolso, para tomarlas con el agua fría.

Descanso mis manos sobre el frío cristal de la mesa.
Cuento mi respiración como terapia relajante.

—¡BINGO!, Te lo dije Abraham. —exclaman a mis espaldas haciéndome sobresaltar por la fuerza de las palabras.

Me doy la vuelta con rapidez, mi corazón late de forma frenética, todos mis intentos de calma quedaron en vano.
Vocifero una maldición al ver a Leylak y Abraham en la puerta de la cocina.

Ambos tienen sonrisas divertidas, mientras observan mi atuendo. Trato de bajarme un poco la camisa que Malik me prestó, aunque me llega a la mitad del muslo, no acostumbro a vestirme de esta manera.

No se me cruzo por la cabeza que ellos estuvieran en este apartamento.

Abraham se ríe al ver mi cara. —Subimos hace un rato, la fiesta duro más de lo planeado.

¡Mierda la fiesta!.

Leylak parece entender lo que voy a preguntar, por qué se adelanta. —La fiesta estuvo bien. —comenta—. A pesar de que el anfitrión se esfumó. —se ríe un poco—. No te preocupes, tuvo que irse por qué se sentía un poco mal, ¿Cierto Abraham?.

Los dos vuelven a reírse. —Cierto, se sentía un poco mal.

Al parecer dieron su apoyo.

Un Jeque para Emma #1 |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora