Nueve.

910 140 2
                                    

Al principio, Percy caminaba tranquila camino al campo de batalla pero el sentimiento de angustia seguía creciendo en su pecho por lo que comenzó a correr.

Corrió tan rápido como sus piernas le permitían, iba como a medio camino cuando sintió que en cualquier momento podía caer rendida al suelo pero se esforzó a sobrepasar sus límites.
Tenía que ver a Obito, no le importaba si la regañaba por no estar en donde le había ordenado.



Obito levantó su mano a la altura de su rostro mientras la imagen de Rin tomando esa misma mano llegó a su mente. 
Había perdido. 

Cerró los ojos, tratando de sumergirse en ese recuerdo, en el tacto de la mano de Rin sobre la suya pero la memoria se deshizo para abrir paso a otra más reciente. 

La última noche que había dormido a lado de Percy, utilizó esa misma mano para acariciar su cabello, su mejilla. Después de eso, se acercó y le dio un beso en la frente a Percy antes de caer dormido.

Llevó su mano a sus labios, sintiéndose mal.
Si todo acababa para él en ese momento, iba a dejar a la chica sola otra vez, después de todo lo que había pasado con el asunto del mundo de donde venía y si el moría, volvería a lo mismo.

—¡Obito! —escuchó el grito, pero pensó que estaba alucinando, no había manera en que ella estuviera aquí, la había dejado para vigilar a Kabuto—. ¡¡Obito!!

Entonces volteó su cabeza y vió una figura negra acercarse a él, reconoció a Percy usando su capa.
Se dejó caer a lado suyo, estaba temblando.

—Lo siento mucho —fue lo que salió de los labios de Percy—, si yo hubiera llegado antes, no hubiera pasado esto.

Obito entonces vió lágrimas caer de dentro de la capucha. Movió su mano hasta tomar la de ella y entonces lo entendió.

No había perdido, él se había rendido, se había saboteado. 

Si hubiera planeado ganar desde un principio, habría llevado a Percy con él al campo de batalla y los últimos dos Bijūs habrían sido suyos con facilidad pero en lugar de eso había decidido dejar a la chica haciendo un trabajo sin sentido.

Él sabía que después de completar su plan Tsuki no Me, Percy pensaba suicidarse pues aunque su piel fuera de acero tenía un punto débil, el cual solo conocían ellos dos.

Entonces él supo que no quería perderla, no quería que la vida de ella tuviera ese final.

—No llores —le dijo Obito mientras apretaba su mano pero Percy negó con la cabeza.

—Te fallé, te dije que haría lo posible por hacer tu sueño realidad pero no lo logré —decía ella mientras se secaba las lágrimas con su mano libre.

—Percy —le llamó la atención Obito—, creo que ya tengo otro sueño.

Detrás de las sombras que cubrían su rostro, Percy lo miró confundida pero antes de que pudiera preguntar otra cosa, escuchó y sintió como dos personas corrían hacia ellos. 

Ella levantó la mirada y se encontró con Sasuke y Naruto.
El Uchiha tenía su katana lista para acabar con Obito, mientras que Naruto trataba de detenerlo.

Percy frunció el ceño mientras sentía un tirón en la boca del estómago y el cuerpo de esos dos ya era suyo.
Y para variar, Kakashi Hatake había aparecido con su Kamui justo encima de Obito, Percy ni siquiera tuvo que pensarlo mucho antes de tomar control de su cuerpo también.

La chica hizo que Kakashi abriera la mano en la que sostenía el kunai y le diera el arma. 
El peliplata maldijo en su mente, hasta ahora aquella chica no había aparecido y justo tenía que hacerlo ahora.

—No voy a dejar que lastimes a Obito —le dijo Percy a Kakashi, aquel tono ni siquiera Obito lo había escuchado. Estaba enojada y bastante.

Percy ya estaba dirigiendo el kunai hacia la garganta de Kakashi cuando alguien interceptó su mano, maldijo en griego antiguo al darse cuenta de que se trataba de un revivido por el Edo Tensei, por lo que no podía controlarlo.

Percy apretó el tridente en su anillo, haciendo crecer su espada.

—Percy —le llamó Obito—, déjalo.

La semidiosa aceptó a regañadientes y soltó el agarre sobre los cuerpos de Kakashi, Naruto y Sasuke.

—Obito —dijo Minato—, cuando nuestros chakras estaban tirando, nos mostraste tu corazón y parece que tuviste una buena charla con mi hijo, supongo que sacó eso de su madre —entonces volteó a ver a Kakashi—, pero en realidad, ese debería de haber sido tu trabajo. Si hay alguien que de verdad comprende a Obito, que puede decirle algo debes ser tú, Kakashi, su amigo. 

Percy apretó el tridente en su espada e hizo que volviera a su forma de anillo.

Escuchó a Sasuke y a Naruto irse, también escuchó que Minato comenzaba a hablar pero ella estaba más preocupada por Obito.

—Rin era la luz de mi vida —comenzó a hablar Obito—. Al perder a Rin, el mundo que veía cambió completamente. Se convirtió en un autentico infierno, en un mundo sin esperanza. Caminé por ese mundo como Madara y me fui convenciendo. A pesar de tener este Sharingan no podía ver nada, no había nada.

Percy no pudo evitar soltar unas lágrimas, como siempre que escuchaba a hablar a Obito de esa manera, siempre lograba relacionarse tan bien con lo que él decía. 
Él pareció notarlo porque la miró un momento y volvió a tomar su mano, apretándola con cariño con la suya.

Era cierto, ahora ambos se tenían el uno al otro.

—Yo tampoco lo entendí —le respondió Kakashi—, yo también pensé que el mundo era un infierno. Lo pensé después de perderte, después de perder a Rin, de perder a Minato-sensei. Sinceramente, no lo entendía, pero forcé los ojos para intentar ver, y teniendo tu Sharingan y tus palabras llegué a ver algo.

La mano de Obito se tensó un poco sobre la suya.

—¿Se trata de Naruto? ¿Por qué puedes decir que no fracasará en su camino? —le preguntó Obito.

—No, puede que llegue a fracasar.

—¿Entonces en qué se diferencia Naruto de mi? ¿Por qué él sí?

—Porque puedo asegurar que no fallará más que tú. Si tropieza en su camino, yo le ayudaré. Él no ha renunciado ni a sus sueños, ni a la realidad, porque él es así y su modo de caminar atrae más compañeros. Cuanta más gente hay apoyándole, si se tropieza, más se acerca a la meta. Esa es la diferencia.

Las nubes escondieron la luna, privándolos de la iluminación que estaba ofreciendo. 

—¿De verdad existe algo así? —preguntó Obito.

—Podrías verlo si quisieras porque tenemos los mismos ojos —le contestó Kakashi—. Cuando reúnes compañeros que creen en ti, puedes acabar viendo la esperanza —Kakashi entonces miró a Percy, quien ni siquiera lo notó pues su atención completa la tenía Obito—, aunque parece que eso ya lo sabes.

Lealtad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora