Doce.

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Percy lloraba sobre las cenizas que habían sido Obito, sabiendo que el mundo podía ver su fin en cualquier momento.

No le importaba que el suelo se estuviera desprendiendo y se alzara en el aire para crear meteoritos gigantes, su mundo había sido destruido hace un momento y ella había sido la que había empuñado el arma.

Sasuke y Naruto habían comenzado a ocuparse de los meteoritos mientras que Kakashi y Sakura solo observaban con impotencia. Kakashi más bien miraba a Percy, quien les daba la espada, sus hombros subían y bajan, estaba temblando, estaba llorando y no pudo evitar sentir empatía por ella.

Obito había muerto a manos de Percy, como Rin había muerto a manos de Kakashi.

Entonces, vió chakra salir de las cenizas que habían sido Obito y se acercaron a él.

En su interior, se comenzó a desarrollar una conversación.

—¡Obito! —dijo un joven Kakashi, de unos 13 años. Obito tenía la misma apariencia joven que él y en sus ojos se veía su Mangekyō Sharingan.

—Antes de irme, quise venir a advertirte de que no vayas al otro mundo —le dijo Obito, con una sonrisa—. No me gustaría que me devolvieras el Sharingan que te regalé cuando te hiciste jōnin, aunque así jamás volveré a la vida. Por cierto, tú serás el sexto Hokage, Kakashi, así que he venido a darte un regalo temprano. No funcionará para siempre, pero te servirá. No olvides porque fuiste reconocido incluso en otras aldeas. ¡Eres Kakashi del Sharingan!

Y con eso, Kakashi volvía a tener el Sharingan, aunque no solo uno, eran los dos ojos. 
Activó su Susanoo y fue a ayudar a Sasuke y a Naruto contra los meteoritos que se acercaban. 

Percy se limpió las lágrimas que caían por sus mejillas y recordó la promesa que le había hecho a Obito, la iba a cumplir.

Miró al cielo, y pudo vislumbrar la figura de Madara.

La iba a cumplir después de haberlo matado a él. 

Entonces, la Luna comenzó a brillar como si se tratará del sol.
Vió el Susanoo de Kakashi y el de Sasuke descender rápidamente, el de Kakashi se deshizo mientras que el de Sasuke se mantuvo y los protegió con sus alas.

Percy sonrió a medias, y a ella que la aplasten las rocas, ¿no?

Suspiró y se concentró en el mar que estaba a un lado del campo de batalla, estaba algo lejano pero había mejorado bastante en eso. Llamó una ola enorme y se cubrió en una cúpula de agua justo en el momento exacto.
Cuando sintió que la lluvia de rocas hubo pasado, deshizo la cúpula. 

La Luna seguía brillando y ahora también había ramas enormes que se extendían a varios lados. Madara seguía flotando, pero bajó al poco tiempo, haciendo que la Luna dejara de brillar.

—Supongo que solo queda librarme de ustedes —dijo Madara, mientras caía enfrente de ellos. 

Sasuke, Naruto, Sakura y Kakashi ya habían salido de la protección que les proporcionaba el Susanoo de Sasuke.

Percy los miró de reojo y ellos se quedaron sin aliento.

Era la tercera vez que Sasuke la veía y seguía sin poder creer que esa fuera su apariencia real.
Sakura, Naruto y Kakashi se quedaron estáticos, era la primera vez que veían su rostro y ni siquiera la habían visto de frente pero su perfil por si solo ya había logrado asombrarlos. Los tres se sonrojaron ante su vista, sabían que estaban en un momento crucial, estaban frente a Madara Uchiha quien no dudaría en matarlos pero su cuerpo había reaccionado por si solo.

—Sasuke —dijo Percy, con voz firme—, dime donde están las sombras.

El Uchiha se quedó callado un momento, su cerebro procesando sus palabras lentamente y cuando esto estuvo hecho, asintió.

—¡Déjame ayudarte! —le gritó Naruto desde su lugar, mientras comenzaba a caminar hacia ella, apenas recuperándose de los efectos que la belleza de la semidiosa había tenido en él. Ella volteó a verlo y negó con la cabeza.

—No quiero rozarte con mi espada sin querer —le dijo ella sin más, y Naruto estuvo de acuerdo.

Percy ya empuñaba su espada y comenzó a correr hacia Madara.

—¡A la izquierda! —le gritó Sasuke, Percy ni dudo en atacar. Se sentía un tanto tonta al estar atacando a la nada pero en ese momento no tenía de otra que confiar en el Uchiha—. ¡Cuidado abajo, a la derecha! —Percy dio un salto y lanzó una estocada hacia la derecha—. ¡No lograste alcanzarlo! —le volvió a gritar él, ella apretó los labios, rodó por el suelo y volvió a intentarlo—. ¡El último está detrás tuyo!

El rostro de Percy se crispó por un momento, recordando su talón de Aquiles, si lograba darle en la espada baja, descubriría su punto débil y estaría acabada.
No se arriesgo y dio un salto hacia adelante, alejándose de donde supuestamente estaba. Entonces, sintió un golpe en su estómago.
Se dobló en su lugar pero haciendo caso omiso del dolor, apretó el mango de su espada y lo enterró en el aire frente a ella, dónde suponía tenía que estar la última sombra.

Percy se enderezó y miró a Madara a los ojos.

—Sigues tú —le dijo ella para después sonreírle encantadoramente.

—No puedes vencerme, soy inmortal —le dijo Madara con una sonrisa de suficiencia en su rostro, aunque ya no estaba tan seguro de sus palabras—. Soy prácticamente un dios.

La mirada de Percy cambió, ya no sonreía e incluso podría decir que sus ojos se habían oscurecido un tono. Se acercó a él, Madara quería hacer algo contra ella pero su cuerpo dejó de responder, sus ojos se cerraron.

—Tú no eres un dios, no les llegas ni a los talones —le dijo ella cuando estuvo lo suficientemente cerca, Madara sintió el filo de su espada en la garganta, su voz mandó escalofríos por la columna de Madara, ¿en serio tenía miedo?—. Yo soy la hija de un dios y tu poder no se compara con el mio —siguió hablando Percy mientras ejercía un poco más de presión sobre el cuello de Madara con su espada—, deberías de inclinarte ante mi.

Aquello le había dado justo en el orgullo a Madara, quien ni siquiera podía hablar. Sus rodillas se doblaron y cayó al suelo, aún tenía sus ojos cerrados.

—¡Percy, no lo mates! —le gritó Naruto desde atrás y mientras se acercaba a ella—, tenemos que sacarle los Bijūs.

Percy miró al rubio con cara de pocos amigos y Naruto casi se echa para atrás pero se mantuvo firme, mirándola a los ojos y tratando de no sucumbir en el hechizo que su belleza causaba.

Madara sintió como la espada era apartada de su cuello y quiso sonreír pero su cuerpo seguía siendo controlado.
Entonces sintió un dolor inmenso en su brazo izquierdo, y después en el derecho.

La mayoría apartó la vista al ver que Percy cortaba los brazos de Madara sin aviso. Los brazos cayeron a su lado y comenzaron a deshacerse. La piel se volvió gris y se deshizo dejando a la vista los músculos, y demás que al final también se deshicieron y únicamente dejaron los huesos que no tardaron en convertirse en polvo. Los brazos no volvieron a crecer, desde dónde los había cortado Percy su piel se había tornado gris y parecía podrida pero no se extendió al resto del cuerpo. 

Controló el cuerpo de Madara haciendo que abriera los ojos y viera sus muñones. No dejó que hiciera otra cosa antes de hacer que volviera a cerrar los ojos.

—Es suyo —dijo Percy, apretando los dientes.

Sasuke se acercó también, Percy no dejó que moviera ni un músculo mientras ellos se encargaban de él. 

Lealtad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora