Las flores y la oruga azul.

1.1K 119 71
                                    

Se frotó los nudillos al tiempo que contemplaba la habitación, completamente cerrada. No veía escapatoria de ese lugar, lo cual significaba que no solo no podría volver con sus padres, sino que quizá podría morir de hambre ahí adentro. Solo se le ocurrió pedir ayuda.

-¿Ho-Hola? ¿Alguien me escucha? Estoy atrapado -volvió a frotar sus nudillos. Su estómago se sentía revuelto y su respiración se agitaba ante sus pensamientos sombríos-. ¿Hola?

Caminó en círculos, contemplando ansioso la habitación. Quizá había un pasadizo secreto, como en las películas... Después de todo, Tweek tenía que haber salido por algún lado, ¿no?

Finalmente la vio: una puerta diminuta. Era la única que había. No pensaba que pudiera caber por ahí, pero valía la pena intentarlo. Estaba cerrada.

Nuevamente con la ansiedad creciente, observó en la habitación. No había llave... Y entonces se fijó mejor: la llave, diminuta, estaba aún en la cerradura. La giró y ésta se abrió. Trató de asomarse, sin ser capaz de ver mucho. Ni siquiera su cabeza cabía por ahí.

-¿Hola? ¡Tweek! ¿P-Puedes ayudarme? ¡Necesito salir de aquí! ¿Tweek? -no había rastro alguno, así que regresó.

Preocupado, volvió a fijarse en la habitación y entonces notó que había una pequeña botella de cristal con líquido azulado adentro. En una etiqueta amarrada al pequeño frasco se podía leer "Bébeme". Echó un último vistazo a su alrededor y se encogió de hombros. No tenía nada que perder.

Destapó la pequeña botellita quitándole el corcho. La olió: tenía un aroma dulce. Algo animado por eso, le dio un trago: tenía un sabor ligeramente amargo que no le gustó. Tapó la botella e hizo una mueca de desagrado, cuando se dio cuenta de que cada vez era más pequeño. Extrañamente no le sorprendió. A esas alturas, no sentía que las cosas pudieran empeorar. De hecho, parecía ser más bien un mal sueño muy lúcido.

Miró hacia la puerta. Ahora sí que cabría. Se acercó corriendo alegre, la abrió y la atravesó, feliz de por fin dejar ese lugar, y se encontró con el paisaje verde que apenas y había podido alcanzar a ver. Pero en realidad, tampoco podía ver mucho: frente a él se alzaban pastos y hierbas enormes, que le tapaban completamente la vista. Se veía, más bien, como un bosque muy espeso.

Aún un poco cohibido, caminó a pasitos cortos por entre los arbustos. No sabía exactamente a dónde ir. Todo estaba lleno de hierbas y pastos largos. Eso estaba haciendo que creciera su temor de que hubiera serpientes entre toda esa maleza y que alguna lo mordiera, o peor... que se lo comiera.

Asustado, preocupado, sin ver a nadie en el camino, caminó apresuradamente deseando salir de esa vegetación espesa, hasta que, luego de unos minutos, sus pensamientos fueron interrumpidos.

-¿Ya vieron? -escuchó una vicesita femenina.

-¡Sí! Es muy extraña... De dónde habrá salido, nunca la había visto.

Aquello hizo voltear a Butters con un jadeo. Identificó a algunas de las niñas de su escuela ahí, al lado de una gran roca, cuchicheando entre ellas.

Lo primero que notó, fue que todas llevaban un peinado, y cada uno, curiosamente, tenía forma de flor. La cabeza de Red, por ejemplo, parecía ser una enorme rosa roja, mientras que el cabello de Bebe estaba peinado de tal forma que su cabeza parecía ser una enorme y extraña flor amarilla.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Marjorine en el País de las Maravillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora