Butters despertó, realmente cómodo esa mañana. Su habitación olía a pastel, galletas o quizá... ¿hotcakes? Sus padres debían estar haciendo el desayuno.
Con gusto se estiró tanto como pudo en la cama y lanzó un largo, profundo suspiro de descanso.
Todo parecía estar muy bien: afuera cantaban las aves, y mientras estaba tendido en la cama, tenía el presentimiento de que era un bello y perfecto día. Y entonces llegó a su mente... El extraño sueño que había tenido... Había caído por un agujero y quedado atrapado en un lugar muy extraño, donde se había encontrado versiones extrañas de sus compañeros. Como Craig... que tenía esa enorme e inquietante sonrisa. Y Kenny... un poco mayor y muy apuesto... quizá un poquito más que el de su edad... Y... le había dado un beso en los labios...
Sus mejillas se calentaron cuando recordó... Si tuviera que admitirlo, hubiera tenido que decir que le había gustado... Lo bueno era que no tenía que hacerlo... Podría olvidarse de ese extraño pero fascinante sueño y arreglárselas para no avergonzarse cuando viera a Kenny. Y recibir su castigo... porque sus padres debían estar muy enojados con él.
Entonces la magia de los recuerdos del sueño terminó, junto con la calma. Se levantó de golpe, con un jadeo... ¿Qué había pasado con sus padres enojados? Pero entonces vio que estaba ahí, en esa habitación rosa y adorablemente infantil. Miró su vestido y su peluca, que había quedado desordenada sobre la almohada. No había sido un sueño.
-Ouh... salchichas... -dijo mientras frotaba sus nudillos, como usualmente hacía. Si bien lo veía, aún no lo podía creer. Sin embargo se sintió aliviado de no tener que enfrentar a sus padres.
Con prisa, tomó la peluca y frente al bonito tocador de Karen, se la colocó de vuelta. Tomó un cepillo de plástico color lila y nuevamente la peinó. Era extraño, así debían sentirse las niñas todos los días. Pensó que él mismo empezaba a sentirse como una.
Volvió a colocarse los moños verdes, y cuando estuvo listo, sonrió. Se veía bonita. Y entonces salió del cuarto.
Se encontraba en el pasillo, y un poco más allá había una puerta entreabierta. Con algo de ansiedad se asomó. Debía ser la habitación de Kenny, pero ahí adentro no lo vio. En cambio, Karen dormía profundamente sobre la cama. Tenía puesta la clásica parka de Kenny.
Se sonrojó. Karen era muy bonita y Butters conocía muy bien sus gustos. Sabía que una niña tan linda como ella podría gustarle... Pero sorprendentemente no era ella quien vagaba en sus pensamientos, sino su hermano mayor, que tan solo unas horas antes le había robado un beso. Se sonrojó un poco de nuevo, antes de apartarse de la puerta entreabierta y bajar con cuidado las escaleras. Se preguntaba si ahí abajo podría estar Kenny. Y sí, ahí estaba, cocinando con un delantal rosa que decía "Kiss the chef" y sirviendo la mesa.
-¡Ahí estás, Marjorine! -saludó alegremente-. Llegaste en el momento justo, el desayuno está listo. Aunque tenía ganas de ir a despertarte -dijo haciendo un puchero. Butters estuvo seguro de que estaba exagerando ese gesto, pero aún así se sonrojó.
-Ah... ¿T-Tardaron mucho festejando anoche? -ya estaba en el comedor, junto a la mesa. El desayuno se veía delicioso, simplemente espléndido.
-¿Por qué cambias el tema? -se acercó y preguntó con una nota de tristeza en su voz-. ¿No te gusto?
-Ah... -se había sentido mal-. N-No es eso... Eres muy guapo, Kenny... p-pero...
Kenny cerró los ojos, en un suspiro y se desató el delantal.
-Entiendo... No me conoces mucho, ¿verdad? Tiene sentido que primero tenga que ganarme tu corazón -abrió los ojos de nuevo, y le sonrió-. Gracias por decir que soy guapo. Tú eres preciosa -le besó la mano. A Butters le temblaban las rodillas-. A desayunar.
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Marjorine en el País de las Maravillas.
FanfictionLos padres del pobre Butters desean castigarlo por escaparse de la reunión familiar que le hicieron luego de su terrible y aburrida primera comunión. Harto de los castigos injustos, los malos tratos de sus familiares y deseando escapar de su abuela...