Problemas con el Quidditch

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...

Los días pasaban y nos habíamos acostumbrado ya a nuestra condición de animagos, pero había un diminuto problema, y es que Lily no lo sabía y no paraba de preguntar acerca de mis idas y venidas nocturnas con los merodeadores que yo no sabía responder.

—Por favor Elena ¿Te conozco desde hace años y no puedes ser honesta conmigo?— guardé silencio viendo al piso sentada en mi cama, tratando de no decir nada que pudiera exponer a Remus— Estoy preocupada por ti, siempre desapareces en las noches llendo repentinamente a las mazmorras y sales más callada que de costumbres.

La verdad es que una semana antes de las transformaciones de Remus iba a ver a mis hermanos para que me dieran suficiente poción matalobos para mi querido amigo, así era más fácil afrontar las transformaciones pero claro que no se lo podía decir a Lily. Así que guardé silencio.

—Está bien. Háblame cuando recuerdes la confianza que me tenías—contestó dolida saliendo del cuarto azotando la puerta, me aferré a las sábanas enojada sin saber qué hacer para no perder a mi mejor amiga y tirando unas cuantas cosas al piso.

Bajé arrastrando mis pasos hasta la sala común donde los cuatro hombres me esperaban, voltearon la vista al escucharme resoplar mientras yo me tallaba la frente intentando alejar el dolor punzante en la cabeza que me empezaba a amenazar.

—¿Qué pasa Bukbeack?— me preguntó James viendo mi frustración y notando mis ganas de ahorcar a alguien dando vueltas por la habitación.

En respuesta los invité a seguirme a su cuarto y al llegar me tiré en la cama de Sirius, quien caminó hasta ella y se sentó junto a mí tallando mi espalda.

—No te había visto tan estresada desde que la profesora Bloom encargó aquel trabajo de una semana de duración— dijo él y yo sólo hundí mi cara más en sus sábanas para gritar y no ser tan escuchada.

—¡Lily está enojada conmigo porque cree que no le tengo confianza!— grité encaprichada y al despegar mi cara de la cama me enderecé para explicarles y disolver las dudas que expresaban sus caras— Quiere que le diga por qué me escapo durante las noches y por qué voy a las mazmorras.

Soltaron un grito ahogado entendiendo la situación por la que estaba pasando, y Remus apenado llevó su mano a su nuca— Lo siento— murmuró pensando que era el culpable de todo y me paré en seguida para protestar y hacerle saber lo contrario.

—No Remus, no es tu culpa. Obviamente no le diré nada de lo de nosotros a Lily— comenté mientras posaba mi mano en su hombro para darle consuelo —Si no quieres...— susurré y Remus negó en seguida.

—Lo último que quiero es que ella llegue a temerme. Somos prefectos y pasaré más tiempo con ella y no podría tolerar una mala mirada de parte de ella— dijo en tono melancólico y tomando asiento en su cama.

—Está bien, lo entiendo. Tranquilo que por ti hasta le mentiría hasta al mismísimo Dumbledore— agregué volviendo a mi lugar en la cama de Sirius posandome entre sus brazos.

—No habrá necesidad, él ya lo sabe— soltó de repente mirando a los demás, que lo mirábamos sorprendidos a excepción de Peter.

—Dumbledore lo sabe todo— dijo al ver nuestras miradas sorprendidas ahora dirigidas para él por no estar sorprendido, asentimos ante su afirmación sabiendo que era verdad.

—De todos modos, empezarán a notar nuestra ausencia y también harán preguntas. Debemos estar de acuerdo en una historia para contar— mi propuesta fue aceptada y empezamos a pensar en lo que podríamos decirle a Lily y a los chismosos.

Terminamos por optar a decirles que teníamos un pequeño club de estudios para (la mayoría) pensar en técnicas de Quidditch y por eso desaparecíamos en las noches. Nos pareció un poco tonto pero los demás parecían creerlo.

Mi felicidad y mi tristeza Pt.1 [sirius y tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora