𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧

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[11] ¿𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨?

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[11] ¿𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐛𝐚𝐢𝐥𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐦𝐢𝐠𝐨?

Una sonrisa se dibujo en mi rostro al ver los parpados de Aiden cerrados. Estábamos frente a frente, con su fuerte brazo rodeando mi cintura y con mi mano acariciando su mejilla izquierda, hasta que sus ojos se abrieron.

— Buenos días— volvió a cerrarlos y me atrajo más a él.

— Son casi las once— dije, mientras escondía mi rostro en su pecho— Debería irme ya.

— Quédate, solo un poquito más— me abrazó aún más fuerte, reí.

Cerré los ojos durante un par de segundos  y disfruté del dulce silencio que invadía la habitación del ojiverde. Pensé en todo lo que había ocurrido hasta ahora, y solo rezaba porque las cosas no empeoraran a partir de ahora. Me deshice del agarre del castaño, con un ruido en forma de protesta de parte de él, y me senté en el borde de la cama para recoger mi cabello en una coleta alta, cogí mi ropa que estaba apoyada en la silla del escritorio y abroché la camisa, la que hace un par de horas Aiden había desabrochado, y me dirigí hasta su cuarto de baño. Una vez allí, me di una ducha fría para despertarme, pero cuando salí vi que Bradley ya no estaba allí. Recoloqué la falda que tenía puesta, mientras veía mi reflejo en el espejo del armario.

Bajé las escaleras principales y llegué a la cocina, allí estaban el oji verde y su madre. Amelia y su hijo se encontraban discutiendo, mientras la mujer preparaba nuestro desayuno.

— ¡Charlotte! — susurró Toby, mientras se acercaba a abrazarme— Que alegría verte por aqui, hacía tanto que no nos veíamos— forzó una débil sonrisa.

— Yo también me alegro de verle señor Bradley— correspondí el abrazo.

— Oh venga Charlotte, hay confianza— nos sentamos y él le dio un sorbo a su café — Puedes llamarme Toby— sonreí.

Bradley se sentó a mi lado, quedando sus padres justo en frente a nosotros. Amelia nos repartió un plato a cada uno con huevos y bacon.

— Que buena pinta— dije, mientras metía un trozo en mi boca.

— Lo he hecho con todo mi cariño — dijo calurosamente y se sentó en frente a su hijo empezando a comer su desayuno.

El teléfono de Bradley  vibró varias veces, este asustado dejó la taza en el fregadero y le dio un beso a su mujer.

— Es del hospital—anunció mientras se colocaba una cazadora— Volveré por la tarde.

— Dentro de un rato iré— soltó Aiden.

— No, tú tienes visita— Toby se colocó en el marco de la puerta— Ya vendrás  por la noche.

— No se preocupe señor Bradley — dije y este me miró con sus cejas fruncidas— Toby— me corregí y los dos reímos — Yo me voy ahora.

𝐄𝐀𝐒𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora