𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧

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[13] 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫𝐥𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨

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[13] 𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫𝐥𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨


— Ha sido la peor experiencia de mi vida— dije mientras me bajaba de la moto e intentaba no vomitar.

— No será para tanto— este rió — Eres una exagerada.

— Para ti es fácil decirlo— le devolví el casco y empecé a caminar hacia la puerta principal.

Los pasos de Zane me seguían unos metros atrás, hasta que una vez en frente a la puerta frené en seco. Giré sobre mis talones para ver como en el rostro del rubio se dibujaba una débil sonrisa.

— Gracias por traerme— agradecí.

— No hay de qué— se puso las manos en los bolsillos— Espero que tus amigos estén bien.

— Yo también lo espero— suspiré.

Un silencio invadió el espacio. Me fijé en la pantalla de mi teléfono, donde relucía un bonito fondo de mis amigos y yo en la playa, tan solo eran las dos de la mañana.

— Será mejor que vaya para casa— comenzó a hablar el rubio— Desde aquí puedo ver la luz de la habitación de mi madre encendida, y eso que mi casa está a unas cuantas cuadras— los dos reímos— Estoy seguro de que no es capaz de dormir hasta que esté en casa.

— Hasta el lunes, entonces— me despedí con la mano y me adentré en la casa. Zane me trasmitía tanta paz mental y lealtad, ojalá pasar más tiempo con él porque es un gran amigo.

Cerré la puerta detrás de mí apoyando mi bolso en un baúl la entrada. Di unos cuantos pasos hasta llegar a la cocina, donde cogí una manzana y comencé a comerla. Notaba que aún había algo de alcohol recorriendo por mi cuerpo y decidí sentarme en la isla central. Mi subconsciente se trasladó a los recuerdos de la fiesta, en todo lo que había ocurrido, desde la pelea hasta la bronca con Brandon.

Mi mellizo y yo podemos pelearnos a veces por tonterías, pero la mayoría del tiempo nos estamos ayudando el uno al otro. Aquellas palabras me habían hecho daño, tanto que solo quería borrarlas y hacer como si nada hubiese pasado.

Salté de la isla central y tiré lo que me quedaba de manzana a la basura. Fijé mi mirada en el mueble de cristal donde mis padres guardaban todo tipo de alcohol y le dí vueltas en mi cabeza durante un par de segundos. Decidida, cogí la botella de ron y empecé a tragar, maldiciendo y quejándome por todas las cosas que habían ocurrido hasta ahora. Unas lagrimas empezaron a correr por mis mejillas, queriendo olvidar por completo la noche de hoy.

𝐄𝐀𝐒𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora