15. El de las rosas

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Raoul mira el reloj por quinta vez en lo que lleva esperando. No se puede creer que el moreno llegue tarde a una cita que ha propuesto él. ¿Por qué va a aparecer, no? Comprueba por última vez su móvil cuando ve a Agoney, corriendo y con la lengua fuera, aparecer por la puerta del jardín botánico donde habían quedado.

– Perdón... – intenta recuperar el aliento, se agarra al brazo del otro chico y se dobla, tomando bocanadas grandes de aire – perdóname, en serio, iba a llegar a tiempo – vuelve a intentar respirar – pero... el autobús...

– Vale, vale. Respira que te va a dar algo y yo no sé hacer el RCP.

– ¿Contaría como beso?

– Parece que ya estas mejor, has recuperado el humor.

– Por lo menos has sonreído y ya no parece que me quieras matar.

Raoul desvía la mirada y muerde su labio, intentando evitar la sonrisa que muere por salir en su cara. Mira a su alrededor y ve varios caminos de flores, el olor de la primavera metiéndose de lleno en sus pulmones.

– ¿Qué hacemos aquí un sábado a las 11 de la mañana?

– Ven.

Le agarra de la mano y lo dirige hacia un recinto cercado en el lado derecho del inmenso jardín. Una chica les espera en la puerta y repasa sus nombres en la lista que tiene en las manos.

– ¿Sabéis algo de jardinería, chicos?

– Yo nada, totalmente principiante. – Agoney mira a Raoul, instándole a contestar a la chica.

– Yo sé algo... poco.

Siguen a la chica hasta un jardín donde hay un grupo de gente de varias edades, hablando y comentando cosas diversas sobre las flores que hay alrededor.

– ¡Buenos días jardineros! – la chica se presenta como Lorena y saluda a los nuevos haciendo que se presenten uno a uno – Ahora que ya nos conocemos vamos a empezar. Hoy toca cuidados del rosal.

Raoul gira bruscamente la cara hacia Agoney que le sonríe chiquitito mientras se pone los guantes que le ha dado la profesora.

»La rosa es una de las flores con más significados que existen. Cada color quiere decir algo para cada uno. También es una planta muy agradecida, crece fuerte ante la adversidad y sabe defenderse. Pero nosotros vamos a aprender a cuidarla, transplantarla y ayudarla a crecer para que nos de esas flores que tanto valoramos en un ramo.

Raoul hace rato que ha desconectado de lo que Lorena les está explicando. Ha metido las manos en la tierra. Le encanta esa sensación, tocar la tierra oscura y deshacerla con sus dedos, acomodar a la nueva plantita en su casa, regar suavemente y dar mimos con esos productos hechos para ella.

– Gracias.

Agoney le mira sorprendido.

– ¿Por qué?

Raoul se encoge de hombros y vuelve a mirar a su pequeño rosal, ese va a necesitar mucha ayuda para crecer grande y poder dar flores. Mira a Agoney y no puede evitar reírse cuando lo ve hacerse un lío con el rastrillo y la pala que les han proporcionado.

– Así no. – Con su mano coge las manos del moreno y las mete juntas en la tierra. – Así, con tus manos, Agoney. – Siente cómo su corazón se descompasa un par de latidos con la mirada que le acaba de dedicar el otro chico. Remueve la tierra haciendo un agujero más profundo para que el moreno pueda trasplantar su rosal. – La jardinería es algo que hay que hacer con las manos, sentir la tierra, sentir que necesita tu planta.

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