—Agoney... Eh, muévete que me tengo que ir.
—No... Un poquito más.
Raoul no puede evitar sonreír e intentar mover el cuerpo del chico que se le ha agarrado como si fuera un koala.
—Vamos, me tengo que ir a duchar y a por ropa a mi piso. Entro a trabajar en una hora.
—Si dejaras aquí tus cosas no tendrías que correr... —Agoney murmura contra la almohada a la que se ha enganchado después de que Raoul consiguiera salir de la cama.
—¿Qué dices? —Raoul se ha quedado parado en la puerta, intentando entender las palabras del otro chico. —¿Agoney?
Pero el canario vuelve a estar babeando sobre la cama, ajeno a las ideas que pasan por la cabeza de Raoul.
Cierra la puerta con delicadeza, saludando a Bambi que ha levantado la cabeza esperando el mimo al que el rubio la tiene acostumbrada. Ya en su piso, se encuentra con Miriam que desayuna en pijama sentada en la mesa de la cocina.
—Vaya cara, rubio. ¿Mala noche?
Raoul niega mientras coge una taza y se pone un café bien cargado. Se sienta enfrente de Miriam y le roba una de sus galletas.
»¿Problemas con Agoney?
—No. —Responde tras pensarlo unos segundos. —La verdad que todo bien con Agoney... Pero mi cabeza parece que se monta situaciones que le gustaría vivir y bueno, luego me doy la hostia y joder, hace daño.
—¿Qué ha pasado? ¿Me lo puedes contar?
—En realidad es una tontería que yo ni había pensado pero...
—¿Pero?
—Agoney lleva un par de días tirando indirectas sobre vivir juntos. Pero nunca me dice nada claro. Y yo me hago ilusiones y claro, no lo volvemos a hablar y me quedo con la sensación agridulce.
Miriam se levanta de la silla y recoge su desayuno bajo la atenta mirada de Raoul. Vuelve a sentarse en la mesa y lo mira fijamente.
—Mira, voy a ser un poco bruta pero me tenéis hasta el coño con todas vuestras mierdas. Dais dos pasos para adelante y cinco para atrás. ¿No es más fácil hablar las cosas y no irte con la duda en la cabeza? Chico, que parecéis tontos. ¿Quieres vivir con él? Pues díselo. ¿No quieres? Pues dile que pare con las indirectas. Hablad, que tenéis boca para algo más que comeros la polla.
Y sin dejar al chico respoder, se levanta de la silla y se mete en el baño.
—¡Mierda! Voy a llegar tarde. —Raoul sale de la cocina y se arregla rápidamente para llegar al trabajo antes de que suene el timbre de inicio de las clases.
Cuando Raoul, horas más tarde, entra en la libreria del centro, puede ver ya allí a los chicos y a Nerea. Hasta Álvaro ha venido con algún compañero de equipo. Echa un vistazo a la sala pero no ve por ninguna parte a Agoney, pero si ve a Roi toqueteando cosas del micrófono y del atril desde el que van a hablar. Saluda con la mano a todos y se dirige directo a Roi.
—Hola. ¿Agoney?
—¡Ay qué bien que hayas venido! Está en el baño, dice que está peinándose pero yo sé que está de los nervios así que me harías un gran favor si lo sacas de allí.
Raoul le deja un pequeño golpe en la espalda y se pierde por el estrecho pasillo de la librería que lleva al baño. Llama a la puerta y puede oír la voz aguda de Agoney detrás diciendo que está ocupado.
—Soy yo, abre.
Ruido de pestillo y la puerta se abre para dejar paso a un pequeño baño donde su vecino está sentado en el vater con cara de estar a punto de vomitar.
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Neighbours
Fiksi PenggemarAgoney y Raoul son vecinos. Nota: Son mini-historias sin tener mucho en común unas con otras. Las tres primeras del especial Adviento-Navidad de mi LJ. Pronto más...