Capítulo 36

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Mc: ¿Crees que le guste?. 

Jaehee: Oh ¡Claro que le gustara!.

Mc aprovechó la compañía de Jaehee para ayudarla a escoger lencería. 

Mc: Bueno, ya tengo lo que usaré, ahora debo hacer algo con mi cabello. 

Jaehee: Yo se a donde podemos ir. 

Se dirigieron a la peluquería que Zen asistía. 

Mc: ¿Crees que puedan hacer algo con este desastre?. 

Jaehee: Lo harán, te lo garantizo. 

Pasaron dos horas en dicho lugar, Mc debía regresar a casa antes de que Jumin lo hiciera. 

Mc: ¡Señora Kim!. 

Señora Kim: Niña, me alegro de verla con buen humor. 

Mc: Gracias, ahora que ya no tengo los yesos y me hice un arreglo de cabello mis ánimos están en lo alto. 

Señora Kim: Me alegro mi niña. 

Mc: Señor Kim, ¿podría usted ayudarme?... 

Reinaba una aroma de vainilla, veladoras en forma de corazón por todas partes, sábanas blancas de seda, almohadas rellenas de plumas, había preparado hasta los pequeños detalles para tener una noche romántica. 

Salió de la habitación elegida y se dirigió a la de su esposo. 

Debajo de su bata llevaba puesta la lencería escogida, era de color blanco con rosa pálido, el adorno de rosas rodeaban el contorno de los pecho, era transparente, incluso en la parte baja. 

Respiraba profundo, estaba nerviosa como la primera vez. 

Mc: Calmate Mc, no es la primera vez que lo harás, bueno será la primera vez en tener iniciativa. 

Se había parado cerca de la ventana, estaba esperando que Jumin llegara hacia ella. 

Se abrió la puerta y en el marco estaba su esposo. 

Jumin: Hola, ¿Mc?, ¿Qué haces en oscuras?. 

Mc: ¡No enciendas la luz! Perdón… Yo estaba pensando. 

Jumin: ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?. 

Mc: Sola me preguntaba una cosa. 

Jumin: ¿Qué cosa?. 

Se acercó a ella, la luz de la ciudad iluminaba su silueta. Recordó el día que la secuestraron, la luz de la luna reflejo su hermoso rostro ese día. 

Mc: ¿Me amas?. 

Se acercó a ella, tomó delicadamente su cabello. 

Jumin: Te ves hermosa. 

Mc: No evadas la pregunta. 

Jumin: Te amo. 

Sonrió al ver la reacción de su esposa. 

Mc: Sí me amas, entonces… ¿por qué no me has tocado?. 

Sus ojos se abrieron como platos, un pequeño latido en su corazón se hacía presente. 

Jumin: Estas delicada todavía, no quiero incomodarte. 

Ella tomó su mano, lo hizo salir de la habitación, lo dirigió a la que había decorado con velas. 

Entraron, ella lo soltó y se colocó en el centro de la habitación. 

Él se sorprendía de que la habitación fuera completamente invadida por veladoras y el olor a vainilla. 

ME ENAMORÉ DE UN PATÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora