1.─ LUZU

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Se revolvió.

Entre las sábanas que cubrían su cuerpo y la comodidad se sus almohadas le costó un poco salir del confort.
Aún más porque, había vuelto a ocurrir.

Desde hace un par de meses soñaba con la misma silueta de un chico, desarrollando su apariencia de poco a poco, primero pudo ver su espalda, una mano, sus brazos, pies y finalmente hoy, pudo ver el perfil de su rostro.

No sabía quien era, no sabía de dónde su cerebro le había sacado o porque siempre aparecía de alguna u otra manera en sus sueños, acompañandole.
Pero particularmente esa noche había descansado muy bien, manteniendo un aura de paz.

Se levantó con pereza y comenzó su rutina.

El día era nublado y eso sólo aumentaba sus ganas de pasar el día en casa pero, le tocaba trabajar.

Ya arreglado para asistir a la oficina, tomó su maletín y salió del departamento.
Con termo en mano y maletín en otra, llegó a la empresa donde estaba trabajando, momentáneamente.

No era que no gustase de su empleo, las tardes eran amenas mientras hacía papeleo y asistía a juntas, pero ni le llenaba.
Trabajar en la editorial no era lo suyo y lo sabía.
Mientras corregía por tercera vez unos documentos, sonó su móvil, era la hora del descanso.

Apagó la alarma y salió del recinto con la cartera en el bolsillo, el clima seguía siendo el mismo que cuando salió de casa, con viento y frío.

Entro al mismo restaurante que siempre y pidió la comida que cada día consumia.
Esa era una de las cosas que definitivamente le disgustaban de si mismo, no podía salir de la rutina.
Diario se levantaba a la misma hora, se trajeaba con la misma ropa, tomaba el mismo café, iba a los mismos lugares y estaba bien, lo podía asegurar si algún extraño se acercase a preguntarle mientras comía su emparedado y tomaba de su té helado, le parecía perfecta su rutina, no podía quejarse.

Pero no le llenaba.

Constantemente, con el paso de los días y el transcurrir de sus sueños, seguía buscando.

Algo que le hiciera feliz, un deporte, algún instrumento, cocinar por su cuenta, lo que fuera, tal vez incluso un alguien que se quedara.
Se molestaba consigo mismo porque, aunque tuviera la oportunidad de hacer cosas distintas, no lo hacía, se quedaba donde siempre, como si ya hubiera perdido los ánimos de siquiera intentarlo.

Terminó sus alimentos y con el tiempo de sobra, se mantuvo un momento en la barra del lugar, esperando.
Anhelando que llegara una mínima pizca de motivación, soltó un ruidoso suspiro y apartó los trastes de su lugar, acomodando sus brazos para reposar la cabeza y cerrar unos momentos los ojos, deseando estar en casa, viendo alguna película o simplemente durmiendo.

─Buenas... ¿me permite el menú?.─ una grave voz se hizo presente a su lado, donde había dejado su plato y demás, ignoró por un momento que debía quitarlos, demasiado cómodo como para moverse.─ me da un combo 4 por favor, con avena.

Dejo escapar una leve risa, silenciosa, se preguntaba por su platillo a comer y el timbre de su voz, la apariencia del desconocido.

El restaurante era rápido, lo sabía por experiencia, así que no pasaron más de 10 minutos cuando pudo oler la comida del de su lado, dejando que sus sentidos se impregnaran por el aroma dulzón del chocolate caliente y como ya conocía el paquete pedido, tortitas con fruta y claro, la avena.

─Disculpe señor.─ la voz se volvió a hacer presente, no sabía si se dirigía a él, así que se quedó estático hasta que sintió una mano en su hombro haciendo que una sensación rara recorriera su cuerpo por completo, soltó un leve quejido, sin saber como responder.─ ¿Esto es suyo?

The Good Demon                                       ⌈AuronBowl⌋   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora