SIN TI NO SOY NADA - Cap. 3: Seguir

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"Los días que pasan

Las luces del alba 

Mi alma, mi cuerpo, 

mi voz,

no sirven de nada

Porque yo sin ti no soy nada

Sin ti no soy nada"

Amaral

Tras la conversación con su padre muchas cosas quedaron dando vueltas en la cabeza de Paulina, lo que en parte era muy bueno, porque su mente no se centraba todo el día en María José. Se levantó temprano para llevar a Bruno hasta la escuela y encargarse también de Micaela, siempre la pequeña quedaba dando vueltas sola. Mientras iban en camino a la casa grande, Paulina interrogó a su hijo, quería saber si María José se había comunicado con él. Muy a su estilo, Bruno le indicó que sí, que había hablado con su madre, pero cosas muy vagas. Según ella, le decía que estaba con mucho trabajo encima y que pronto saldrían juntos, pues el pequeño Riquelme De la Mora también tenía una agenda muy ocupada que les impedía coincidir. Luego, cuando Micaela se unió a ellos, la conversación se centró por completo en el grupito musical que tenían.

—Que tengas un buen día mi cielo, me avisas cualquier cosa -besó la mejilla de su hijo antes de que este bajara de la camioneta-. Se me cuidan los dos.

Después de dejar a los chicos, volvió a la casa para hablar con Elena, ya había comprobado que Victoria no se encontraba en ella, ya que la vieja horrorosa esa reuniendo se con los vejestorios de sus amigas. Su hermana aún andaba comiendo gallo, pero al menos ahora no se encontraba tan insoportable y según Julián lo que la tenía así era no saber de quién era el hijo que esperaba.

—¿Y tú piensas quedarte a vivir con la abuela? -preguntó Paulina.

—Sí, no hay de otra. Estoy embarazada y no tengo trabajo -respondió desganada mientras se servía el desayuno. Frente a su respuesta la mayor solo roló los ojos, realmente sentía que sus hermanos no pensaban.

—¿Te fuiste a hacer los chequeos?

—¿Qué chequeos?

—Ay Elena, por favor. El control del embarazo. No me criticaste tanto que me metía en tu vida y tomaba decisiones que no me correspondían -aclaró con tono firme.

—No, a huevo pensé que me iban a llamar -se encogió de hombros-. Y no me hables así Paulina, neta, ya no soy una niña.

—Pues te comportas como una, Elenita -sacó su celular y comenzó a textear-. Ya deberías de aplicarte, en un pestañeó tendrás a la creatura en tus brazos y sin compañero de por medio, el trabajo se hace más pesado. Sino pregúntale a la gran mayoría de madres solteras de este país y de toda latinoamérica -reflexionó la mayor, pues su hermana no parecía tomar consciencia de lo privilegiaba que era.

—Tienes razón, es que me caga no saber quién es el papá -hizo una mueca y frente a esa reacción Paulina se acercó a ella. Cogió su mano y le dedicó una sonrisa.

—Lo hecho está hecho, Eleni. Tú querías este bebé y será tuyo -acarició la cabeza de su hermana-. Ya te pedí la cita con el obstetra, será el próximo lunes.

—Neta no sé qué haría sin ti -abrazó a su hermana-. Me tienes que acompañar, serás la tía favorita, porque a Julián ni se le ven los pelos por lo de Diego. Además dice que soy una meretriz, puedes creerlo. Nadie le dice nada a él por andar cogiendo con todos, neta es súper machista.

la vida i n m o r a l de la pareja idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora