la vida i n m o r a l de la pareja ideal

RITMO EN LA SANGRE - Cap. 9: Ansia

"No me mires así si no vas a besarme

No me asustan tus ojos de gata salvaje

No me mires así, no me dejas dormir

Por las noches no sé qué me haces

Llevas el ritmo en la sangre"

Novedades Carminha

Desde el primer encuentro que ellas tuvieron semanas atrás, Paulina tenía muy presente que su cuera tendría una charla en la universidad Autónoma. A pesar de que la invitación iba más dirigida a su hijo, ella no iba a perder la oportunidad de coincidir con María José. A pesar de que su último encuentro había sido amargo, por decirlo menos. Verla feliz con otra persona le dolía en lo más profundo de su ser. Era un sentimiento de despojo, sentía como su alma le era arrancada para dejar su ser en absoluto vacío, porque nadie sería capaz de hacerla sentir viva.

La morena conducía por la avenida Río Churubusco, iba más concentrada en la playlist que se reproducía que en la conversación que tenían Bruno y Rosita en la parte trasera de la camioneta. El trayecto desde la Condesa a la universidad le tomó un poco más de media hora, debido al tráfico infernal de la ciudad. Se estacionaron y los menores quedaron maravillados con el ambiente universitario, Bruno le pidió permiso a su mamá para ir junto con Rosito a recorrer los alrededores. Paulina aceptó ya que había llegado una hora antes de que el evento diera inicio, aunque le recalcó que no se podían ir tan lejos. Vio marchar a los adolescentes, tomó su bolso y se adentró al hall del auditorio, vislumbró a mucho público que compartía alrededor del catering. Estuvo unos minutos observando a su alrededor, con la clara intención de coincidir con la rubia, pero estaba fracasando en la acción, porque solo veía un mar de gente que no era de su interés. Uno de los meseros le ofreció algo para beber, pero la mexicana prefirió declinar, nunca había sido asidua a disfrutar de la comida en este tipo de eventos. Camino al otro extremo de la sala, en dirección a un grupo de personas que parecía estar muy ensimismada en la conversación, pero solo visualizó a la castaña, a quien en ese momento envidiaba con la vida. Frente a no encontrarse con María José, cambio de dirección, tenía la intención de salir y esperar fuera hasta que diera comienzo la presentación. Observó su reloj de pulsera y aún quedaban más de 45 minutos de espera. Con la frustración en sí, acomodó su bolso y se dispuso a salir del lugar.

—¿Paulina?

Esa forma de pronunciar su nombre, su voz y acento la hicieron detenerse en seco. Una sutil sonrisa se dibujó en su rostro y se volteó para encontrarse con la rubia. La observó de pies a cabeza, hermosa y reluciente. Notó de inmediato que su cabello había salido recientemente de peluquería, perfectamente alisado y rubio. La elección de top amarillo con un pantalón palazzo la estilizaban, haciendo que luciera sus deliciosas curvas. Se veía tan hermosa, pero al mismo tiempo Paulina podía interpretar que bajo esa fachada impecable estaba la inseguridad de María José. Su ex mujer odiaba hablar en pública. Una contradicción sin sentido, pues era abogada y muy buena en su profesión. Sin embargo, cuando se trataba de este tipo de exposición los nervios se la consumían.

—¡Nombre, qué bárbara! Quieres dejarnos a todos con la boca abierta -comentó acercándose a María José. Su rostro también se había iluminado con una enorme sonrisa por el gusto de verla-. María José luces hermosísima.

Se dieron dos besos en las mejillas, costumbre de la española. Quien sonrió frente a los halagos de Paulina. —¿Tú crees? Pensé que era demasiado -replicó mirando su look.

—Estás perfecta para impresionar gratamente a la audiencia -afirmó con seguridad-. ¿Cómo estás?

—Estoy que me cago en mi puta madre -soltó, sabía que no había necesidad de fingir frente a la contraria-. Joder, pensé que tenía superado esto, pero es que me imagino estar ahí y es que me paralizo, me paralizo...sí...que no se me vienen las palabras y siento que voy a decir cualquier gilipolles.