HO HEY - Cap. 7: Costumbre

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"-Ho!- I don't think you're right for [her]

[...]

-1, 2, 3- I belong with you you belong with me

You're my sweet heart

I belong with you, you belong with me

You're my sweet heart"

The Lumineers


El encuentro fue extraño, las emociones explosivas de Paulina se vieron apaciguadas cuando las dos comenzaron a conversar. María José lo había notado, la madre de su hijo se veía diferente y aquello le genero terror. ¿La distancia había puesto fin a ellas? Se preguntó la rubia, pero al mismo tiempo se recordó que ella había puesto las cláusulas. Lo bueno es que ambas estaban hablando, aunque la razón fundamental fuera Bruno, y es que la española no quería seguir perdiéndose momentos de la vida de su hijo. Este ya no era un niño al cual podían disfrazarle la verdad. Cuando él podía daba sus reclamos con una honestidad que se sentía como un balde de agua fría. El chico le hizo ver y comprender que frente a su ausencia por buscar la libertad, también lo dañó a él y a Paulina. Las culpas de todo eran compartidas y atrás habían quedado los días en los que María José quería justificar sus malos momentos en las acciones de su ex mujer. Bien recordaba el episodio de Purificación, culpó o le atribuyó responsabilidad del estado mental de su hermana a su ex, porque era más fácil justificarla.

Las dos mujeres de manera civilizada estuvieron compartiendo y criticando un poco la nueva faceta del hijo, al tiempo que reflexionaban sobre la aprehensividad y la libertad de la crianza. Les hacía falta hablar, comentar la banalidad de la vida, ser amigas y cómplices; comunicarse. Rieron frente a las ocurrencias de los menores, hablaron con los productores, comieron del catering, analizaron la relación de Bruno y Rosita, acordaron poner los límites, y hablar con él. Cuando terminaron ya eran las cinco de la tarde, ambos jóvenes estaban agotados e iban a llevarlos a cenar a casa. Sin embargo, Ernesto cumplió y llegó en busca de Micaela, por lo que la familia Riquelme-De la Mora se fue hasta la casa con la intención de preparar la cena juntos. Bruno se emocionó ante la idea, pues, a pesar de ser un adolescente y comprender las dinámicas de relacionarse de sus madres, amaba compartir tiempo con ellas sin peleas ni discusiones de por medio.

Los tres entraron a la casa, Bruno de inmediato se perdió en dirección a su habitación a descansar un poco y darse un baño. Las dos mujeres se quedaron en la sala, María José se quitó la chaqueta y la guardo donde correspondía. Esa casa no cambiaba, era tan suya como de la morena. Mientras Paulina se fue al dormitorio matrimonial a guardar su bolso y cambiarse para estar más relajada. Volvieron a reunirse y la rubia ya estaba descorchando una botella de vino, brindaron y se sentaron un momento en el sofá.

—Que yo no confío nada en ese tío -dijo la rubia en tono serio. Se refería a quien era el productor y manager de los chicos.

—Ni yo, pero no es más que un pendejete sacando beneficio de esto. Yo ya le dije a Brunito que primero sus estudios.

—¿Está ahí por Rosita? -más que una pregunta fue una afirmación. No había que ser vidente como para ver que su hijo se desvivía por llamar la atención y ser atento con la chica.

—Sí, es igualito a ti. No sabe disimular nada -la morena se burló, recordando cuando ellas se habían conocido-. Mi niño está enamorado -cambió el tono a uno más tierno-, ya no se nos hace el más grande, ya está grande.

Majo asintió bebiendo de su copa. —Joder, cómo pasa el tiempo... -reflexionó-. Recuerdo cuando llegamos a casa con él recién nacido, era tan pequeño, estaba flipando con la maravilla que habíamos creado. Aunque la maravilla me la cuestioné cuando nos tuvo más de dos meses sin dormir.

la vida i n m o r a l de la pareja idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora