SI TÚ NO VUELVES - Cap. 4: Recuerdos

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                                                                                     "Si tú no vuelves

                                                 No habrá esperanza ni habrá nada

                                                                                        Caminaré sin ti

                                                       Con mi tristeza bebiendo lluvia"

                                                                                           Miguel Bosé

Era temprano, después del desayuno Paulina y Elena estaban en la consulta para que la menor se realizara la ecografía evaluando el desarrollo fetal.

¿Qué crees que sea? A mi me gustaría tener una niña -le comentó Elena

—Lo primordial es que tenga salud -dijo Paulina rolando los ojos mientras ojeaba una de las aburridas revistas que ponían en las consultas-. Además de cuándo aquí importa el sexo, o sea dejemos de creer que porque la sociedad dice que rosa es para niñas y celeste para niños tiene que ser así, hazme tú el favor.

Paulina no seas cabrona, es mi hijo, déjame tener la ilusión de querer que sea niña.

—Ay Elenita, te puede salir biológicamente niño y que tal con que después sienta que es niña. Sácate las ideas arcaicas de la cabeza y pide porque tenga salud, más aún por el accidente que tuviste.

Verga santa, tienes razón. Se me olvida que estuve en coma -expresó con sarcasmo-. Ah y se me olvida que querías matar a mi hijo

Por favor no te pongas como una señora de ochenta años, uish, te hace mal estar conviviendo con la abuela -negó molesta-. Estaba pensando en ti, eras tú o el embrión que no se estaba desarrollando bien -hizo hincapié en la palabra-, lo bueno que despertaste y ya decidiste tú. Mira que no es una decisión que se tome fácil ni que yo tenga que tomar por ti.

Contigo no se puede discutir -sollozó de frustración- no sé cómo le haces pero siempre tienes la jodida razón Paulina.

Porque soy la mayor Elenita, la que tiene que aplacar las ocurrencias de la tonta y la más tonta.

Las hermanas De la Mora siguieron discutiendo mientras esperaban a que Elena fuera llamada para realizarse su ecografía. Paulina agradecía que su hermana fuera una despistada, porque no le preguntaba por María José y tampoco daba tiempo a que la morena se dejara llevar por sus pensamientos hasta ponerse triste. Lo mejor era mantener la cabeza ocupada, necesitaba ser productiva para no tener que lidiar del todo con sus emociones. Sobre todo porque aún no veía a María José y aún estaba analizando las palabras de su padre. Cómo le haría para volver a reconquistarla. Igual y tenía que respetar su espacio, aunque se moría de ganas de conocer a la besucona, necesitaba saber más de ella, saber cómo era esa mujer. Quizás y no era tan maravillosa como la estaba idealizando su cabeza, quizás era el Alejo que necesitaba la rubia. Un cambio de aires para calmar el estrés y para darse cuenta de quién valía la pena. Solo que frente a esas comparaciones la morena salía en desventaja, claro, desde la inseguridad que a veces se daba en su cabeza. Pero si volvió una vez, podía hacerlo una tercera. Esa siempre era la vencida.

la vida i n m o r a l de la pareja idealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora