Era mi turno, podía estar dos horas con ella hasta que el doctor entrara a la habitación y me dijera que es hora de irme. Pero yo nunca me iba, dormía en la sala de espera, atenta a cuando el Sol comenzara a salir y pudiera volver a entrar en la habitación.
Entré a la fría habitación y con un nudo en la garganta, me acerqué a la camilla y me senté en la silla. La arrastré para quedar más cerca de ella y tomé su mano.
-Hola amor, ya estoy aquí de nuevo. -dije acariciando sus nudillos y mirando sus ojos cerrados. -Hoy he ido a casa a descansar unas horas... ¿sabes que ha pasado? Tu madre sabe que nos amamos. -reí. -Me ha pillado por sorpresa pero supongo que se me nota...
Dejé de hablar durante varios minutos. No podía dejar de mirar su rostro mientras escuchaba el pitido de las máquinas y el sonido de su respiración asistida.
Alcé mi mano libre, y temblorosamente la acerqué a su rostro.
Cerré mis ojos cuando acuné su mejilla en mi mano, sintiendo la suavidad de su piel y recordando cuando ella acariciaba mi mejilla y nos mirábamos con una sonrisa en el rostro.
La vida es tan cruel a veces...-Te extraño. -dije con la voz rota y volviéndola a mirar. -Extraño tu voz, tu risa, tus besos...
No quería llorar, pero sin poderlo evitar lo hice.
-Te necesito en mi vida, Beth. Quédate por favor... no te vayas... -sollocé. -Llevo tanto tiempo a tu lado que no sabría vivir un día sin ti, me parece tan injusta la vida... tanto tiempo amándonos sin saberlo, y ahora que podíamos ser felices y amarnos sin límites... el jodido destino te hace esto. No te lo mereces, no te lo mereces mi amor... -sequé mis lágrimas con la manga de mi jersei. -Daría lo que fuera por volver a ver tus ojos.
Me levanté de la silla y me incliné, y lentamente me acerqué a sus labios. Entre lágrimas, deposité un suave beso, con miedo a hacerle daño, pero con un cariño inmensamente grande.
Cuando mis labios tocaron los suyos, a pesar de no poder ser correspondido, sentí mi corazón acelerarse y la tristeza se apoderó de mi. Lloré durante esas dos horas mientras cogía su mano y mi cabeza descansaba al lado de su cintura.-Ya es la hora. -dijo Marcos, el doctor que siempre le hacía las curas a Beth.
Levanté mi cabeza y lo miré, hizo una mueca triste, probablemente por mi aspecto.
-Déjeme un ratito más, por favor. -supliqué.
Marcos miró hacia el pasillo y entró, cerrando la puerta.
-Puedes quedarte mientras hago la cura, pero que no se entere nadie. -dijo acercándose a la camilla y inspeccionando todos los cables conectados a su cuerpo.
-Gracias. -dije sin soltar la mano de mi amada.
Mientras acariciaba sus nudillos, mis ojos seguian cada gesto del doctor.
La limpió un poco, luego se aseguró de que todos los cables estubieran bien puestos, y después comenzó a retirar la venda en su cabeza.Me daba tanta tristeza verla así...
Con mis ojos fijos en su frente, cuando retiró toda la venda aparté la mirada. Me daba miedo.
-Oh, la herida está genial. -dijo Marcos.
Giré mi rostro y vi la herida. Estaba en la parte derecha de su frente, casi en la sien. Tenía un tono morado muy feo, ensangrentada e hinchada.
Pero sí, tenía mejor aspecto que cuando la vi entrando al hospital. Tenía varios puntos, la herida era profunda.-¿Usted cree que va a despertar, doctor? -pregunté entrelazando mis dedos con los de Beth.
-Hemos recibido varios pacientes así. No quiero darle ilusiones pero... hay veces que han despertado, y otras que...
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Todo quedó escrito || Billie Eilish
FanfictionBeth siempre ha tenido un diario donde, desde pequeña, ha escrito cada día. En la mayoría de las páginas hablaba de Billie, su princesa rubia y de ojos azules, su novia a los cinco años y su mejor amiga desde que tiene memoria. Ahora, a sus diecioc...