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En silencio, entramos a la casa.

-Joder... me voy a dormir de pié. -dijo Lily aguantándose en el hombro de Billie.

-Te has quedado sin energías hoy eh... -susurré abrazando su cintura. Se apoyó en mi.

-Cállate. -dijo con los ojos cerrados por el sueño y una sonrisa boba.

Con la ayuda de Billie subimos a mi hermana al piso superior, la estiramos en la cama y la arropamos.

-Mírala, si parece un ángel y todo. -susurró Billie a mi lado.

Reí bajito y mi hermana se durmió al segundo.

-Ten, te presto mi pijama favorito. -dije una vez en mi habitación.

Le lancé la ropa y la cogió.

-¿Un pijama con estampado de gatitos? -dijo aguantando su risa.

-Adelante, ríete si quieres pero son adorables. -dije quitando mi camiseta.

Como siempre habíamos hecho cuando hemos dormido juntas, nos desvestimos y nos pusimos el pijama.
Había visto a Billie miles de veces en ropa interior, pero esta vez no tuve el valor ni siquiera de levantar la mirada del suelo mientras me vestía.

-Me duele todo. -dijo Billie suspirando y lanzándose a la cama. Se veía demasiado adorable con ese pijama.

-Hemos bailado demasiado. -contesté metiéndome bajo las sábanas.

Apagué la luz y me acomodé mirando al techo.
Sentía la respiración tranquila de Billie a mi lado, y a los pocos segundos ella se giró hacia mi y se abrazó a mi cintura.

Sentí nervios, soy estúpida. No debería sentirme así con mi mejor amiga.

Pero el impulso me ganó y mi cuerpo se giró hacia ella también, pasé mi brazo por su cuello.

-Me da vueltas todo. -susurró.

Cuando habló y sentí su aliento chocar el mis labios, supe lo cerca que estábamos.

-El alcohol, querida. -contesté intentando que no se notaran los nervios en mi voz.

Poco a poco mi vista se acostumbró a la oscuridad de la habitación y pude ver un poco gracias a la luz que entraba por los agujeritos de mi persiana.
Nos mirábamos fijamente y vi que sonrió. Tenerla tan cerca no era bueno para mi salud mental, y menos con esa sonrisa.

Si intentara contar las veces que hemos dormido juntas desde los cinco años hasta ahora, no podría. Habían sido tantas...
¿Por qué no podía guardar mis sentimientos y no reaccionar con cada uno de sus movimientos?

Se acercó a mi y rozó su nariz con la mia.

-Buenas noches. -susurró con una vocecita adorable.

-Buenas noches Bil. -dije cerrando mis ojos y intentando por todos los medios no lanzarme a sus labios.

Se giró hacia el otro lado, dándome la espalda y su mano buscó la mia, provocando que la abrazara por la cintura y entrelazó nuestras manos a la altura de su pecho.

Pasaron los minutos, y no lograba conciliar el sueño.
Mi cabeza daba vueltas, no podía dejar de pensar.
¿No existe un botón de apagado?

Acaricié sus nudillos, su piel era suave, y al intante ella acarició los mios, seguía despierta.

-¿No puedes dormir? -susurró.

-No. -contesté.

Volvió a girarse hacia mi y llevó su mano a mi mejilla.
Billie... no hagas eso.

-¿Por qué? -dijo acariciando mi mejilla.

Abracé su cintura.

-No lo sé, no logro conciliar el sueño. -respondí.

-Pues hablemos, así te vendrá sueño. -dijo.

-Está bien. -contesté. -Tengo una pregunta.

-Dime. -dijo bajando su mano a mi cuello, la dejó allí, provocando que esa zona ardiera por su contacto. Tragué hondo y me mentalicé para no lanzarme a sus labios y besarla.

-¿Cuando supiste que te gustaban las chicas?

-Pues... no lo sé exactamente. Osea, siempre me han gustado los chicos pero... llegó un día en el que supe que las mujeres también me atraían. -explicó.

-¿Cómo te diste cuenta? -quise saber.

Su mano comenzó a acariciar mi cuello, haciéndome cosquillas. Sin poder evitarlo, mi piel se herizó.
Maldito alcohol, no podía controlar mi cuerpo.

-¿Sabes cuando ves a un chico, y te atrae, y piensas que no estaría mal besarlo? -dijo, asentí. -Pues eso mismo me pasó con una chica, y entonces supe que me gustaban las mujeres. Me parecen atractivas.

-Entiendo. -contesté.

-No te incomoda que me gusten las mujeres, ¿verdad? -preguntó con miedo. Su mano dejó mi cuello y se fué a mi cintura. ¿Se sentirá incómoda hablando sobre esto conmigo?

-¿Por qué debería incomodarme? -le dije. -Además... no se lo he dicho a nadie pero creo que a mi también me atraen las mujeres.

Se sorprendió y se apoyó en su codo, mirándome desde arriba.
Podía ver su rostro, estaba sorprendida.

-¿Qué? -dije riendo.

-¿Y nunca se te ha ocurrido decírmelo? ¿Nadie lo sabe? -dijo.

Me acomodé boca arriba y la miré.

-No sé, nunca ha habido el momento. Y no, nadie lo sabe... -contesté mirando hacia otro lado que no fueran sus ojos.

Su belleza era incluso mejor con esa oscuridad.

-¿Ni siquiera Lily?

-No. -respondí.

Se quedó mirándome durante varios segundos.

-¿Y cómo lo supiste? -preguntó.

Si ella supiera...

-Lo mismo que a ti, comencé a ver a una chica de manera diferente. -dije. -Y cuando por ejemplo voy a una fiesta... a parte de fijarme en chicos, puedo fijarme en chicas también.

-Vaya... me sorprendes cada día más, Thompson. -dijo colocándose boca arriba a mi lado.

Cogió mi mano y la colocó sobre su vientre, comenzó a jugar con mis dedos.

-Espero que no te sientas incómoda ahora. -dije.

-¿Por qué debería estarlo? -giró su rostro hacia mi.

-No se... -me sonrojé. Menos mal que estaba demasiado oscuro para verlo. -Por que me gusten las mujeres no quiere decir... no se, que me atraigas tú por ejemplo.

Me di bofetadas mentales. ¿Qué coño ha sido eso? Malditos nervios, juegan conmigo.

Escuché su risita.

-Sé que soy irresistible, Thompson. Podría entenderte.

Reí.

-Engreida.

Y sin saber cómo ni cuando, me quedé profundamente dormida mientras sentía las caricias en mi mano de la chica que me robaba el aliento.

Todo quedó escrito || Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora