Capítulo 2: Amistad de playstation

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Mi reloj sonó a las seis de la mañana; entre la oscuridad y la desorientación apagué como pude la alarma del celular. El brillo molestó a mis ojos, pero no me importó leer los WhatsApp de Dante diciéndome que ya me extrañaba y que quería saber todo de mí. Le prometí que más tarde lo llamaría. Salí de la habitación intentando no hacer ruido para no despertar a las chicas; sin más caminé por el pasillo con una camiseta de Dante y bragas. Abrí la puerta del baño llevándome por sorpresa a Toro, que estaba empapado y desnudo.

—¡Mierda! —Cerré con rapidez la puerta sintiendo mi corazón latir con fuerza.

 La puerta se abrió a los pocos segundos dejando ver al muchacho con el cabello empapado y la toalla enrollada en su cadera.

—Lo lamento, pensé que todos dormían —me apuré a decir algo torpe.

Era alto, fuerte, atlético y muy imponente. Un tatuaje grande se asomaba por la parte interna de su bíceps.

—Pensaste mal, avispa. Yo también soy madrugador y aprovecho el agua caliente de esta hora —comentó pasando por mi lado. El olor a jabón y a perfume me envolvió. Pude ver cómo con el rabillo de su ojo echaba un vistazo a mi trasero sin disimulo alguno.

—¿Disculpa? —Me di media vuelta viéndolo.

—Disculpada. —Me brindó una pequeña sonrisa y se retiró dándome una buena vista de su espalda mojada y fuerte para luego entrar a su habitación. ¿Qué clase de descarado era este tipo? Cerré la puerta con molestia en mi sistema. 



Mordisqueé una manzana mientras caminaba por las calles algo frías; había agarrado una fruta con la intención de no volverme a cruzar con ese hombre odioso. Era mi primera materia en esta universidad, esperaba estar al nivel del programa. Me senté en una de las mesas esperando al profesor mientras los demás alumnos se colocaban; la mañana pasó con rapidez, para mi sorpresa todo ocurrió de manera agradable. Al mediodía decidí ir a recorrer un poco la ciudad; el sol estaba en lo alto y el clima era cálido. Agradecí eso mientras observaba algunos locales que daban a la calle. Mi celular vibró con fuerza.

—¡Franky! —la voz de Dante sonó del otro lado.

—Dan. —Sonreí ampliamente escuchando su voz.

—¿Ya puedes volver? —preguntó del otro lado bufando.

—Tan solo pasaron unos días... —Reí mientras seguía caminando. Observé un vestido rojo impactante de fiesta; tenía escote en forma de corazón, caía marcando las curvas del maniquí y terminaba con un tajo de lado.

—Lo sé, pero te extraño —habló molesto.

—Puedes venir a visitarme. Ya lo hemos hablado —dije con voz suave mientras seguía caminando. La conversación fluyó; realmente lo extrañaba. Nunca había estado tan lejos de mi casa, ni de Dante. Tuve que cortar la conversación ya que en el metro era imposible seguir con la señal; quedamos en hablar por videollamada por la noche.


Abrí la puerta del departamento; me encontré con la Americana que vestía una musculosa blanca apretada y unos shorts deportivos. Estaba parada frente a Toro, quien llevaba una musculosa suelta y unos shorts también deportivos junto a una gorra con la visera para atrás. Ambos estaban completamente sudados.

—Que no... Debes tomarlo de atrás. Antes de que él te agarre —instruyó el chico. La Americana, blanca como era, estaba completamente roja por el ejercicio. Movió un brazo y fue bloqueado por Toro rápidamente.

Fresas con Chocolate - Jaz RieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora