• Camus
No era fácil volver a habituarse a la vida, a viejas rutinas que habían quedado en el olvido, a asumir los cambios que en su larga ausencia habían tenido lugar, más allí estaban, intentado otra vez acostumbrarse a su nueva normalidad. Y si bien aquello no era sencillo, nada tenía con qué compararse a la dificultad de volver a ver a Milo y al no poder estar con él como hubiera querido.
Apenas si habían tenido oportunidad de cruzar palabra puesto que estar vivos no les quitaba responsabilidades. Después de una Guerra Santa siempre quedaban estragos, por lo que muchos de ellos habían sido asignados con misiones de reconocimiento y de ayuda humanitaria alrededor del mundo. Uno de ellos había sido Milo, ya que Shion había decidido que sean los que sobrevivieron a la batalla de las Doce Casas quienes viajaran. El resto, incluyéndolo a él, cumplía obligaciones en el Santuario, en donde la lucha entre compañeros había destrozado varias casas.
No tenía mucho que hacer más que esperar su regreso. Entendía que si bien habían tenido un primer acercamiento, ambos necesitaban algo de tiempo. Las cosas no se habían dado de la mejor manera y aquella distancia era entendible. De hecho, le sorprendía la enorme fortaleza que el griego le había demostrado. Sinceramente él se habría mandado nuevamente al infierno.
En lo que su ausencia duró, aprovechó su tiempo para disculparse con Shura y Saga, con quienes su amistad también había sufrido roces en Asgard. Para su alegría, una vez ambos supieron por qué había actuado como lo hizo, lo entendieron. En cuestión de días solamente, los tres habían vuelto a ser los de siempre. Nadie salvo ellos mismos podían entenderse, pues habían vivido el mismo suplicio. Era de esperarse que encontraran consuelo en compañía del otro. No era un tema que tocaran con frecuencia, pero sabían que era un enorme trauma con el que cargaban. Pese a ello, sin embargo, podía decirse que con el pasar de las semanas su ánimo poco a poco iba mejorando. Intentaba, al igual que los demás, mantenerse ocupado.
Con la ayuda de todos sus habitantes, en muy poco tiempo el Santuario volvió a lucir tal cual estaba antes de comenzar la guerra. Sus casas relucían las nuevas fachadas y los jardines brillaban en todo su esplendor gracias al excelente trabajo del doceavo caballero que, complacido con la tarea, se había ofrecido a embellecer nuevamente no sólo su jardín sino el de cada uno de ellos.
Con ya todo en su lugar, ahora sí, no quedaba sino esperar a que el octavo guardián regresara de su viaje junto a los demás. Ilusionado con su nuevo encuentro, ése que creía sería al fin el que merecían, aguardó a que el tiempo pasara.
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Había bajado junto a Saga al Coliseo por el simple hecho de no pasar otro día encerrado en Acuario. Y aunque en un principio celebró haber tomado esa decisión, lo siguiente que vio consiguió hacer retroceder ese pensamiento. Con una enorme sonrisa en los labios, Milo había regresado junto al compañero que Shion le había asignado, Kanon. No es que eso lo hubiera sorprendido, pues ya conocía ese detalle pero..
¿Desde cuándo esos dos se llevaban tan bien?
Sujetando por la cintura al escorpiano, éste parecía querer atraerlo más y más hacia su propio cuerpo. Con el ceño levemente fruncido más por confusión que por celos, observó el gesto del griego. Éste no parecía estar molesto. Por el contrario, se lo veía alegre y cómodo con aquel contacto. Felices, los dos no hacían más que reírse, a la vez que el geminiano no perdía ocasión de tocarlo. Atónito, no pudo siquiera mover un músculo. Y en cuestión de un segundo, el aire empezó a faltarle. Llevándose una mano al pecho, agradeció estar lo suficientemente lejos de sus compañeros.
¿Qué..? ¿Qué estaba pasando..?
Cerró los ojos con fuerza, mientras apretaba su puño allí donde el dolor que sentía no hacía más que crecer y crecer. ¿Acaso..? ¿Acaso Kanon y Milo..? Pero no pudo ni terminar la frase. No lo necesitaba pues lo estaba viendo, ahora ya todo tenía sentido. La distancia que Milo había mantenido no había sido por las circunstancias que él ingenuamente había creído, adjudicandola a su dolor, a su orgullo, había sido por otra razón. Por una que no había tenido el valor de contarle.
Comprendía, ahora ya sí, que dos años eran mucho tiempo y que no eran sino sus esperanzas las que estaban de más en aquel momento. Con el último resabio de energía que le quedaba, eligió entonces huir de esa realidad a la que no podía y no creía algún día fuera capaz de enfrentar.
• Kanon
No había podido frenar los sentimientos que había comenzado a sentir por él después de la batalla contra Hades. En aquel encuentro Milo no sólo le había perdonado la vida, también le había robado el corazón. Por fortuna, la oportunidad de acercársele y conocerlo mejor no se había hecho esperar. Aún recordaba lo feliz que se había puesto cuando Shion lo designó compañero del escorpión.
Milo le parecía la mezcla perfecta de locura y cordura. El sentido común guiaba cada una de sus acciones pero no por eso dejaba de hacer las cosas con una pasión digna de un loco. Eso le encantaba. Divertido, inteligente y ni hablar de bello, el octavo caballero le parecía la perfección hecha hombre. No creía existiera en el mundo alguien con la arrebatadora, sensual y traviesa belleza de la que era dueño. Moría por estar con él, era lo único en lo que podía pensar ahora que la guerra había terminado. Estaba seguro, sólo era cuestión de tiempo para que éste se percatara de lo que sentía. Hasta ahora sólo había fingido estar conforme con su incipiente amistad, sin embargo, no estaba dispuesto a contentarse con eso por mucho tiempo.
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La verdad había estado muy tranquilo con sus emociones sino hasta el día anterior. No podía creer que Milo y Camus hubiesen estado en pareja. Le habían llegado esos rumores por la distancia que mantenían el uno del otro más no había querido continuar preguntando al respecto. La noticia lo había descolocado. Era cierto que no sabía un cuerno sobre el acuariano pero lo poco que había visto durante aquellos días era que era demasiado distinto a Milo. Le parecía un hombre frío, falto de emociones. Se detenía a verlo siempre que podía y más se sorprendía. Pero no podía ser un error. No era una sola persona la que hablaba sobre ello, eran varias. Aún así.. Le resultaba increíble.
En verdad le costaba imaginar que Milo haya estado enamorado de aquel hombre. No deseaba ser malo pues, a decir verdad, Camus no le caía mal, aunque tampoco podría decirse que bien. Era lo menos abierto que había conocido en su vida, ¿cómo iba a carle bien o mal? No obstante, le habría encantado saber un poco más, conocer en detalle qué es lo que había conquistado al escorpiano pues él quería hacer lo mismo. ¡Y es que por Athena, eran completamente diferentes! No le entraba en la cabeza que el hombre que le gustaba haya besado los labios de ese gélido caballero, ¿cómo diablos había hecho?
En su vida había conocido a alguien tan serio, indiferente y misterioso a la vez. Dueño de la mirada más indescifrable que había visto, no era capaz de sacar ni una sola conclusión al respecto. No sentía odio hacia él, pero no podía negar cierto rechazo al saberlo una clara competencia. Pues, al parecer, ambos hacían una excelente pareja.
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Resurgir (MiloxCamus)
FanfictionLos caballeros dorados han vuelto a la vida. ¿Qué tanto pudieron haber cambiado las cosas en el Santurario? Esta es la historia de un revivido santo de Acuario, quien deberá descubrir cuán diferente se encuentra su relación con el caballero de Escor...