• Milo
La respuesta de Camus a su pregunta consiguió dejarlo sin aliento, pues lo último que habría esperado era que éste lo besara.
En un solo movimiento el francés le había plantado un beso tan cargado de emoción, tan sentido, que por poco creyó que no lo resistiría.
Y de hecho, no lo hizo.
Entregado a la locura de volver a besar sus labios, lo recibió con verdadera desesperación y una vez que lo tuvo pegado a su cuerpo, ya no lo soltó. No lo haría jamás.
Fue inevitable que las lágrimas acudieran a su rostro. En tan sólo un segundo todo aquel dolor se había disipado y ahora podía sentir la felicidad corriendo por sus venas. Su amado estaba entre sus brazos, tan cerca uno del otro que podían unirse los latidos de sus corazones. Fundirse en uno.
Habían pasado años y desde entonces tan sólo se había aferrado al último recuerdo que tenía. El beso de despedida en su casa, luego de la batalla en la casa de Libra.
Volver a besar los fríos labios del acuariano se había convertido en su deseo más grande. Un hecho que sólo podía hacerlo realidad en sueños. Así pues, volver a hacerlo consiguió no sólo erizarle la piel sino el alma.
No supo cuánto pasó hasta que al fin dieron fin a ese segundo primer beso, pero no le importó. ¿Qué podía importar ya?
Sin embargo, sí había algo.
Clavó su ojos en el par de océanos de los de Camus, buscando respuestas en silencio. Y éste, por supuesto, debió entenderlo muy bien. Había agachado la mirada, evidentemente triste.
- ¿Qué es lo que pasó, Camus? - preguntó dolido - Yo.. no entiendo..
Camus estaba ahí y el Camus que veía era el que recordaba, el que lo amaba, el que se derretía con sus besos, con sus abrazos y con sus mimos. El Camus que lo había besado no era el mismo que meses atrás..
¿Qué diablos había pasado entonces? ¿Por qué se había ido? ¿Por qué lo había rechazado?
- Milo yo.. - comenzó el acuariano - Me comporte como un imbécil..
No le gustaba verlo así, tan triste. Le habría gustado decir algo, lo que sea. Pero no podía. No podía más que mirarlo. Mirar hasta el último detalle de su rostro. Sus ojos, su nariz, sus suaves labios. Totalmente incrédulo a aceptar que ese hombre fuese real. Que la sensación aún viva en sus labios lo fuera.
- Creí que ya no me amabas, Milo.. - continuó - Y aún no estoy seguro de que no sea así pero..
No iba a aguantar mucho más. ¿Cómo se le ocurría que no lo amara? Se moría por él.
- Yo había muerto.. - susurró el acuariano mientras una débil lágrima se le escapaba - Lo más lógico era que tu re hicieras tu vida y yo.. Yo no quería estorbarte..
Suficiente. No aguantaba más. Pues por más triste que haya estado él, ver bien a su amado siempre, siempre sería su prioridad.
- Recuerdo.. - afirmó limpiándole las lágrimas, al tiempo que se le acercaba más, casi rozando sus labios - Recuerdo haberte dicho más de una vez, Camus, que yo jamás, jamás dejaría de amarte..
- Milo.. - susurró el francés lanzándose a sus brazos, roto en llanto.
- Pensé que te había perdido una vez más, Camus.. - murmuró en su oído mientras lo abrazaba.
- Lo siento, Milo.. - repetía apenado el acuariano.
Y separándose apenas lo suficiente como para alcanzar sus labios, besó al acuariano. Un beso dulce, tierno, cargado de todas las emociones que había almacenado durante años.
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Resurgir (MiloxCamus)
Fiksi PenggemarLos caballeros dorados han vuelto a la vida. ¿Qué tanto pudieron haber cambiado las cosas en el Santurario? Esta es la historia de un revivido santo de Acuario, quien deberá descubrir cuán diferente se encuentra su relación con el caballero de Escor...