Realidad

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Milo

Era evidente que Kanon lo quería. El gemelo intentaba por todos los medios complacerlo, hacerlo sentir amado. Hacía cosas que, estaba seguro, podrían enamorar a cualquiera. Ése aún no era su caso precisamente pero..

Bueno, en verdad quería darle una oportunidad. Se le llenaban los ojos de lágrimas cada vez que pensaba en su ex novio, pues estaba claro que jamás lo superaría. Pero Camus ya no lo amaba. Se había ido para rehacer su vida lejos de allí, lejos de él, y debía hacer lo mismo.

- Te tengo que olvidar.. - se repetía una y otra vez - Tengo que hacerlo..

Sabía muy bien que no era lo correcto pensar en el geminiano como su salvavidas, pero estaba ya desesperado. Necesitaba sacarse de la cabeza a Camus y tal vez Kanon era la forma de lograrlo.

Kanon

Era una sensación verdaderamente hermosa sentir que Milo estaba cada vez más cómodo en su presencia. Ciertamente tenía días en que aún lo veía triste y solitario pero también los había en que sonreía, reía y hasta correspondía algunos de sus gestos.

Cada día era una oportunidad para estar con él, para ganarse su amor y para, como él mismo le había recalcado, conocerlo mejor. Debía admitir que el escorpiano tenía razón, ya que con el pasar de los días había aprendido muchas cosas que no sabía de él. Era una verdadera caja de sorpresas y con cada cosa que descubría, más se impresionaba. Aún no entendía como el onceavo caballero lo había dejado escapar. Cómo es que podía existir alguien capaz de rechazar el amor de aquel hombre. Él no creía que los tuviera pero de haber tenido defectos, éstos habrían sido opacados por su enorme corazón, su bondad y su sentido de la justicia.

Milo era lisa y llanamente la persona más amable que había conocido en su vida. Era buen amigo, buen caballero y (estaba seguro por lo que había vivido todos aquellos meses) también buen amante. Aunque muriera de celos de sólo pensarlo, el escorpiano siempre había hablado maravillas de su ex pareja. Aunque no había sido testigo de su amor, sí lo había sido de su dolor. Y eso le mostraba lo tremendamente entregado que era cuando estaba en una relación. Algo a lo que, por supuesto, él apuntaba en ese momento.

Milo

Aquel día se levantó temprano y sin querer, o queriendo, no lo admitiría, revisó el calendario. Tres meses. Tres meses habían pasado de la partida de Camus.

¿Cómo se sentía con eso? Pues.. Bien, creía. Por lo menos muchísimo mejor de lo que hubiese pensado que estaría. El primer mes ciertamente se la pasó llorando encerrado en su templo, el segundo fue una combinación de llanto y fuerza de voluntad para mantenerse ocupado. Para cuando arrancó el tercero ya no le quedaban lágrimas, estaba completamente seco y vacío de emociones. Lejos de ser algo malo, lo consideraba algo bueno. Había conseguido abandonar su soledad, compartir momentos con sus amigos e incluso volvió a sonreír.

No podía asegurar que no amara Camus así como tampoco podía asegurar sentir algo por el gemelo. La estabilidad emocional aún estaba lejos de su alcance pero al menos se encontraba en paz y tranquilo. Había aprendido a disfrutar de los pequeños momentos que le tocaban vivir y, lo admitía, Kanon era quien había tenido mucho que ver en eso. Le estaba profundamente agradecido aunque, por otro lado, sabía que el gemelo tenía intenciones de avanzar, de dar al fin un paso más. La verdad no estaba seguro pero si tenía que ser sincero, la idea no le desagradaba. Necesitaba tener su cabeza ocupada. Kanon lo quería, ¿qué más podía pretender?

Estaba claro que el amor en el que había creído tanto tiempo no existía, pues las evidencias hablaban por sí mismas. El felices por siempre, el amor eterno, todas eran una gran maraña de mentiras. Había deseado con todo su corazón que Camus fuera suyo para siempre y eso no había sucedido pese a amarlo con toda su alma. Habiendo estado errado, llegaba a la conclusión de que quizás ya era hora de darle una vuelta de rosca a las cosas.

Resurgir (MiloxCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora