XXII - VIDAS EN JUEGO

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Samuel estaba atento a todos los movimientos calculando los riesgos. Conectado a la mente de Silver Head, este reaccionaría con precisión si fuera necesario. En aquel instante, el gerente del CIR José Rodolfo envió un mensaje en el aplicativo del comisario Orlando diciéndole que quería conversar en particular.

— Voy allí afuera que necesito resolver un problema y ya vuelvo. Cualquier movimiento, acabad con ellos – se volvió hacia el ciborg. – Cabeza, encárgate de todo por mí.

— ¿Qué quieres que haga con ellos? – Le preguntó Orlando a José Rodolfo.

— Llévate al muchacho y al AR-399 a un lugar cualquiera y descubre sus planes. Su hermana, Raquel, me mintió diciendo que él había viajado. Hay alguna cosa extraña en esta historia que conecta los dos proyectos. Descubre todo lo que puedas sobre lo que ellos saben. Después voy a encontrarme contigo personalmente donde estéis. Llevaré a un ingeniero mío de confianza y a un médico para desconectar el AR-399 y sedar al otro. Si les traigo al CIR, no tendré cómo explicar los motivos al resto del equipo. Con ellos inactivos y de pose de los nuevos chips de control que pedí a la matriz, los traeré de vuelta, pero esta vez, para nunca más tener voluntad propia. Nuestra organización ganará ríos de dinero.

— ¿Y en cuanto a esos dos que trabajan ahí en el CIR? ¿Qué hago con ellos?

— No les necesitaré más. Todos son sustituibles. Mándaselos como un obsequio doble al Doctor Alma que él sabrá lo que hacer – Orlando sonrió con el sentido de ese último mensaje. – He sabido que tú ahora eres el padrino en Brasil. ¡Enhorabuena! Vamos a hacer buenos negocios... Sabes que nuestra empresa paga muy bien a la ONC por el material adquirido.

— Yo había pensado también en llevar a esos dos al Doctor Alma. ¡Qué coincidencia! Él siempre sabe cómo resolver estos problemas.

— Eliminamos las pruebas y la ONC factura... Después voy a querer algunos órganos de ellos para utilizarlos en experimentos aquí en el CIR. Cerebros inteligentes me interesan mucho. Cuando les entregues al Doctor Alma, abre una comunicación holográfica con ellos. ¡Quiero darles el último adiós!

Al entrar, todos se quedaron mirando al comisario esperando lo que de peor vendría después, y él proyectó el holograma de su smartphone. De nuevo, el gerente que asustaba a Raquel apareció:

— ¿Quién diría que tú, Paulo, estabas traicionándome? Mi mejor ingeniero – Después la miró a ella. — ¿Y tú, Raquel? Por lo visto esta vez no puedo darte una oportunidad más. Vas a perder el empleo y tal vez la vida, yo que ayudé tanto a tu hermano a continuar vivo; no merecía esa traición. ¿Es así como me pagáis?

Ambos se quedaron callados al oír aquellas palabras insanas, irracionales, como actúan las mentes criminales cuando insisten en justificar sus actos sórdidos. Ella podía cuestionar la libertad del hermano, ¿pero de que serviría discutir con un psicópata?

Nadie sabía que Samuel estaba allí y ella imaginó que podía confiar en su hermano mayor que también era policía. ¿Será que Sam tenía un plan en mente?

El gerente desconectó para alivio momentáneo de la pareja de novios.

El comisario continuó inquiriendo a su principal prisionero. Miró a Samuel con rabia:

— ¿Y en cuanto a este ordenador, equipamientos holográficos, gafas 3D, visión nocturna con infrarrojos? ¿Y esta pistola? ¿Dónde está el porte de armas? – Preguntó arrogante, loco por agredirle.

— Nunca he visto esta pistola en mi vida. – El abogado respondía negando cualquier prueba contra él.

— Déjame ver: una calibre 45, semiautomática. Probablemente es el arma del dueño de la casa. Aquel policía imbécil que no quería ser padre. ¿Por casualidad, tú eras un conocido suyo? Porque él está debajo de tierra en este momento y tal vez tú seas algún pariente o amigo queriendo venganza. Quiero saber quién son tus cómplices, creo que vosotros estáis queriendo hacerle compañía... — dijo Orlando, cada vez más curioso.

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