Things Have Changed ; ryden [parte 1/2]

Toma tu sombrero y cámara en mano

-Adiós, Brendon. Suerte en tu gira -lo escuché decir.

Me zumbaban los oídos, estaba confundido. Aquello era más que una despedida, Ryan se estaba yendo finalmente. No estuve consciente de eso hasta que escuché el cerrar de la puerta, y claramente, lloré. No entendía por qué estaba tan destrozado, sin embargo, así me encontraba. Las lagrimas me mojaban el rostro y las manos me temblaban, estaba tan fuera de mí que sentía mi mente por las nubes.

-Prométeme un espacio en tu casa de memorias, Ryan -dije con la voz quebradiza y recostando mi cuerpo contra la pared.

Lo escuché alejarse, dejando de lado todos los recuerdos que habían entre él y yo. Por mi parte, nunca lo olvidaría; a diferencia de él, que lo veía tan decidido. Y finalmente lo sentí perdido, se había ido. No había cabida en mis pensamientos para nada que no fuera la idea de que ya no lo miraría de nuevo, de que los duetos en sueño serían lo único que me quedaría de él.

-Brendon -escuché la voz de Sarah llamar a la puerta.

-Salgo en un momento, cielo -me limpié las lágrimas y me levanté del suelo, mis manos se posaron sobre la mesa, tratando de regular mi respiración para poder mostrar una buena cara y mentalizándose de que aquello no debía doler, o al menos no de aquel modo.

-Es momento de irnos, la camioneta está esperando -me tendió la mano con su sortija en ella, miré inconsciente mi mano, también contaba con un círculo dorad; una promesa eterna de fidelidad y amor -. ¿Estás bien? -preguntó con temor, tomé finalmente su mano y la llevé a mi mejilla, sintiendo su suave piel contra mi rostro y recordando todo aquello que me había enamorado por primera vez.

-De maravilla -hice una media sonrisa y ambos comenzamos a caminar.

Ese día un pedazo de mí había muerto; tantas memorias habían sido esfumadas como humo. El camerino aquel fue aula de la pérdida más grande del mundo; dos ex amantes se habían mirado por última vez y se habían dispuesto a dejarse de lado, ignorando sus corazones. La muerte de un soltero había sucedido y estaba listo para aceptarlo, o eso creía; me había mentalizado en hacerlo, había intentado formular en mi vida una amistad con el que había sido uno de mis grandes amores, tratando de mantener en calma todo el tsunami que se había generado en estos años.

Al salir del área de camerinos, varias personas se acercaron a mí para pedir autógrafos y fotos. Sin embargo, yo me encontraba tan agotado ¿qué debía hacer? ¿Negarme? Sería injusto, sería cruel. Lo mejor era fingir mi mejor sonrisa, que aquello no me dolía lo suficiente para romper en llanto en medio de todos. Sólo un par de fotos, Brendon.

Pero aquello parecieron horas interminables, en las que mis ojos se humedecían y amenazaban con hacer correr lágrimas. Ryan, sólo su rostro estaba en mi mente; sus ojos oscuros y un redondos, sus labios tan delicados y su sonrisa, aquella maldita manera de sonreír debería ser un crimen.

Siempre me hacía generar vértigo, incluso sin tocarme yo ya sentía cada folículo de mi cuerpo erizado. Lo deseaba, en mis sueños húmedos, en mis tardes solitarias, en mis días sin sol. Con cualquier vestuario, se veía tan hermoso; desde A fever, hasta con ese ridículo traje de gremlin. Aquel halloween. Demonios.

31 de octubre del 2015

Halloween, mi festividad favorita... o al menos una de ellas. Miré a Sarah y cómo es que era maquillada; me miraba y sonreía ocasionalmente. Mientras tanto, yo me miraba al espejo y luchaba por no morderme los labios y arruinar el maquillaje. Me encontraba nervioso, era cierto, pero ¿por qué? Sarah notó aquello y tomó mi mano mirándome por el reflejo del espejo.

-¿Está todo bien?

-Sí, sólo siento un presentimiento extraño -giré mi mirada a la ventana y la luna brillaba de manera distinta, haciendo que en mi garganta se formara un nudo.