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ZARA CORRIA DE UN LADO a otro, estaba limpiando su cuarto, pues estaba hecho un desastre y necesitaba mantenerlo limpio antes de que sus amigos llegaran.
No tenían algún otro plan aparte de comer, pero estaba segura de que se divertirían. Sus amigos solían ser unos completos payasos a menudo, y eso hacía que estallara a carcajadas.
Estaba completamente sudada y cansada, pero no podía recostarse en su cama, si lo hacía se quedaría ahí sin hacer nada, se conocía.
Por otra parte le preocupaba que llegaran antes, ¿y si no se bañaba a tiempo?
Alzó levemente su brazo y olió su axila, después olfateó su blusa.
— No huelo mal, pero me bañaré —se encogió de hombros.
Estaba llena de polvo, ni siquiera ella sabía que su habitación estaba así de sucia, le sorprendió bastante a la hora de limpiar.
Cuando por fin acabó con su cuarto, suspiró estruendosamente, puso sus manos en sus caderas y asintió con seguridad con una sonrisa en el rostro.
[...]
La chica ya se había bañado y cambiado desde hace 30 minutos, sus amigos habían llegado unos 10 minutos después.
El primero fue Richie, le preguntó si podía ayudarle en la cocina, ya que ella estaba cocinándole a sus amigos, tenían que probar las delicias que ella hacía.
— ¿Puedo ayudarte?
El chico se hizo presente en la cocina, sacándole un pequeño respingo a la castaña.
Lo miró de reojo y asintió con una sonrisa cerrada, el pecoso la observó maravillado preguntándose ¿cómo hacía para verse bien todo el maldito tiempo?
A veces Richie se preguntaba si eran algo más que solo amigos, no era tonto, notaba comportamientos en ambos que los amigos no suelen hacer, y no le molestaba para nada.
El chico estaba completamente loquito por ella, ¿aún no lo sabía? ¿o no era lo suficientemente obvio?
El enamoramiento que tenía él hacía ella no llevaba tanto tiempo, hace unos 5 o 6 meses, a diferencia de Zara que le había gustado desde los 12 años de edad, aún después de 4 años esos sentimientos salieron a luz nuevamente, convivieron tanto tiempo que comenzaron a sentir cosas mutuamente.
Se acostumbraron el uno con el otro, eran completamente inseparables.
Se conocían muy bien, claro que sí, pero ¿por qué no notaban que se gustaban mutuamente?, o quizá solo se hacían los tontos por miedo.
— Deja de verme así.
La voz de Zara retumbó en sus oídos haciéndolo salir del pequeño trance en el que estaba, sacudió ligeramente su cabeza y alzó sus cejas, ¿tanto se quedó mirándola cómo tonto?
