Diario 16

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¿Por qué insisto en hacerme daño?
Es como si esto fuera lo único que conozco.

«¿De verdad conoces otra cosa?»

No lo sé, las cosas que me hacían feliz me resultan tan ajenas que no me reconozco.
Ahora es difícil decir si "el día es nublado" o si "quieres que el día esté nublado".

Estoy cansada.
Muy cansada.
De todo.

«¡¿Qué diablos estás haciendo?!, ¿Café frío?, ¡¿Desde cuándo te gusta el café frío?!»
- No lo sé, solo... comencé a beberlo frío.

El retumbar en los oídos es demasiado fuerte, lo suficiente como para despegar los pies del suelo y olvidar por 3 minutos 43 segundos el dolor; movimiento la cabeza en cualquier dirección hasta decidir dónde mirar.
Frío.
Mucho frío.
Hace mucho que los días no son así. Fríos.

El viento es tranquilo, pero aún así las hojas de los árboles comienzan a moverse de lado a lado sin preocupaciones, sin temor a que un fuerte viento las arranque de su preciada vaina, el único vínculo que tiene con el árbol, la única razón por la que sigue atada a él.

Días así son muy buenos, te ofrece una nueva oportunidad para recapacitar, para pensar en lo tranquila que es la vida de vez en cuando.

Tendida bajo la sombra de los árboles. Estoy bien así, estoy en paz. Sin pensar en el "hubiera", solo manteniendote como un observador.

- Hace mucho que no dibujo.
«¿Acaso ese es problema mío?»
- Claro que no, solo quería compartirlo.
Hace mucho que no veo belleza real, solo lo que dicen los demás.
«Sabes bien que no eres los demás»
- Lo sé, pero por un tiempo me convertí en ellos, debo... empezar a ser yo de nuevo. Hacer lo que antes me hacía feliz.
Quería de verdad ser lo que los demás esperaban de mí, que olvidé lo que yo esperaba hacer con mi vida.

Relatos de un corazón dolidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora