XXIV

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Gulf los regresa a la habitación. Sentando a Mew en la cama aunque este se retuerce para que Gulf no lo siga agarrando.

-Quiero entregarle mi sangre a Dios. Suelta.

Mew dice queriendo levantarse pero Gulf lo vuelve a sentar.

-¡Esa no es la manera! Estás herido, Mew. Dejame atenderte.

-No te necesito. No me toques.

Mew se suelta con un brusco jalón. Gulf se le queda mirando todo apenado.

-Mew. ¿Por qué me tratas así? Este no eres tu. ¿Qué fue lo que sucedió en la iglesia?

-Nada pasó. ¿Por qué piensas que sucedió algo? Eres una molestia. No te me quitas de encima.

Mew le gruñe quitándose el vestido blanco para quedar en sus boxers. Lo tira y se acuesta arropándose todo.

-Boo, tu dedo está sangran--

-No te debe importar.

Gulf entonces sabe que algo más sucede. Mew nunca sería así. El hombre que él ama jamás lo trataría de esta manera.

-Dime si te duele.

-Como si lo fuese a hacer.

Gulf ignora esos feos comentarios y se va al baño. Enciende la tina y se despoja de toda su ropa.

Se quita todo quedándose expuesto y se mete a la tina suavemente. Se acuesta en ella hasta estar completamente cómodo con un suspiro cerrando sus ojos.

Se queda así por varios segundos pero la preocupación por Mew no cesa ni calla. Mira a la puerta del baño preguntándose qué es lo que le pasa a Mew.

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A la mañana siguiente, Jamie estaba sentada tras su oficina con un rostro de aborrecida mientras masticaba una lengua de dulce. Ella estaba totalmente acostada contra el respaldar de silla viendo cómo la madre de Art lloraba frente a ella.

-¡Por favor! No le diga a nadie las cosas que él hizo. Él era un chico tan bueno. Les daré billones si es necesario.

La madre llora. Jamie rueda los ojos con un suspiro al ver como la mujer pone muchos billetes contra el escritorio.

-No me interesa su dinero, señora.- Jamie se reclina contra el escritorio. -¿Me está pidiendo que no revele nada de lo que su hijo hizo mientras que miles de personas quieren saber quién fue el maldito que expandió la droga?

-Por favor.- La mujer parece insistir, llorando sinfín.

Jamie alza las cejas.

-De acuerdo.- Jamie acepta.

-¿Encerio?

-Guarda tu dinero. No será necesario.- Jamie cruza los pies encima de la mesa ahora entrelazando sus dedos para mirarla con un suspiro. -No se preocupe por el funeral. Lo haremos nosotros.

-Muchas gracias, oficial. Es usted muy buena.

La mujer se levanta de la silla entre lágrimas. Jamie le ofrece una sonrisa falsa antes de borrarla cuando la mujer sale por las puertas de su oficina.

Ella mira mal las puertas de su oficina.

Toma el teléfono a su lado para llamar a alguien cercano a ella que trabaja en la morgue.

Un Poco Monstruoso 2 - MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora