Capítulo 37

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Narra Mateo

- Cinco minutos más por favor - pidió Manuel

Sonreí dulcemente ante sus palabras, cada día que pasaba más me enamoraba de él.

- No amor, nos tenemos que ir - dije repartiendo besos por su espalda desnuda

- Mmm - gimió - no se vale que hagas eso, porque así es obvio que me voy a levantar

Se quejó, logrando que suelte una pequeña carcajada contra su piel, lo cual género que se estremezca.

- ¿Por qué no se durmió más temprano señor Manuel? Si sabía que teníamos que irnos - pregunté

Una gran sonrisa se formó en mis labios cuando Manu se dio vuelta a verme con cara de indignación y enojó

- Porque tengo un novio que últimamente anda con las hormonas a mil por hora y se quiso quedar cojiendo hasta las seis de la mañana - soltó

- Ay si, como si te molestará eso - dije sentándome sobre su trasero - Bien que hace algunas horas pedías más y más mientras rasguñabas mi espalda - susurré sobre su oído, mientras simulaba embestidas sobre su trasero desnudo

Los gemidos tardaron poco en llegar, mientras la punta de mi pene rozaba su entrada lentamente. Tener a Manu de espaldas, desnudo, con mi miembro endureciéndose cada vez más entre sus glúteos era una escena demasiado caliente.

- Teo - gimió alto

Entrelace mis manos con las suyas, para después comenzar a introducirme centímetro a centímetro en su interior. Quedándome así por algunos minutos, siendo uno

Mis labios dejaban besos y pequeñas mordidas por su espalda, mientras mi cadera empezó con un lento vaivén.

Nuestras manos se apretaban fuertemente, cuando las embestidas subieron la intensidad, ahora no solo era yo el que se movía, sino que Manu llevaba su trasero hacía a tras cada vez que me mi cadera se impulsaba hacía adelanté.

Hundí mi cara en su cuello, repartiendo suaves besos, amaba estar así con él, hacer el amor, lento y suave, disfrutar, disfrutarnos.

- Te amo - susurré en su oído dulcemente

Le sentí sonreír, mientras se abrazaba más a mi cuerpo, sin duda estaba muy enamorado de él.

- Yo también te amo amor - gimió

Unas pocas embestidas más y nos corrimos juntos, él sobre la cama y yo en su interior, me deje caer sobre su espalda, después de salir lentamente de él, robándole otro suspiró.

- Manu - dije haciendo que se de vuelta para quedar cara a cara, los dos acostados sobre la cama - Yo se que muchas veces soy un desastre y que podrías encontrar a alguien mucho mejor que yo para que sea tu novio, pero no te das una idea de lo mucho que te amo y lo feliz que me haces, y aunque muchas veces pienso en que puede ser que lo mejor para vos sea que te deje para que encuentres a alguien más, no puedo hacerlo, lo intento, pero no puedo, no puedo ni quiero dejar que nadie más te toqué ni te ame como yo lo hago, y capaz suene un poco egoísta, pero no te quiero ver con nadie que no sea yo - susurré, había pensado mil veces esas palabras y hoy después de tanto tiempo, por fin me animaba a decírselo

- Sos un idiota - dijó serio y sentí que se venía uno de los peores momentos de mi vida, ante tanto silenció - sácate eso de la cabeza por favor Teo, sos lo mejor que me pasó, ayer, hoy y siempre, sos esa personita que necesitaba en mi vida, la que vino a poner todo patas para arriba, haciéndome la persona más feliz del mundo, te amo como nadie, y ni pienses que te vas a librar de mí, no señor, nosotros tenemos que estar juntos para siempre, vos y yo, siendo felices, amándonos, asique por favor no digas más boludeces, no hagas que te pegué

Sonreí grande ante sus palabras, cada día que pasaba más lo amaba. Me acerqué a él, volviendo a unir sus labios con los míos, en un suave y tierno beso, uno lleno de amor y felicidad, uno que prometía amarnos y cuidarnos para siempre.

- ¿Te diste cuenta que siempre llegamos tarde, a todos lados por culpa tuya y de tus hormonas? - preguntó rodando los ojos, mientras se abrazaba a mi cuerpo

- ¿Te diste cuenta que siempre te quejas de mi y de mis hormonas cuando ya gritaste, pediste por más y acabaste? Si tenes algo en nuestra contra decilo antes de disfrutarlo - dije mientras clavaba mis dedos por su abdomen haciéndolo reír

- Basta Teo - pidió entre risas

Sonreí dejando un pequeño pico en sus labios, para después levantarme y tenderle mi mano, la cual agarró con fuerza, para que lo ayudara a levantarse.

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