Después de que Conway reclutara a una nueva cadete en su cuerpo de policía, todo parece ir bien.
Sin embargo, en la ciudad debido a la corrupción e ilegalidad siguen habiendo problemas; los cuales comienzan a verse solventados ante una organización...
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( 🌺 ) Sólo sigues las reglas si otros las siguen, eso no suena demasiado santo.
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Noa corrió, se deslizó por el suelo derrapando y logrando esquivar las balas que pasaron por su cabeza y le seguía el trayecto, impactando todas contra la pared de la Comisaría. Rodó y empujó la puerta de cristal principal para resguardarse. Escuchó a Volkov gritar a todo volumen dentro del edificio, exclamando con total fuerza que había francotiradores rodeando toda la comisaria. La noche oscura hacía imposible el poder divisar correctamente a los sujetos con francotiradores apuntando en todo momento las ventanas, puertas y azoteas de la Policía.
Pateó una silla que tenía en frente con ira que se acumuló dentro de ella, sintiendo un gran nudo en la garganta. Podía sentir como las lágrimas se intentaban acumular en sus ojos y trataban de salir a la luz. Sorbió de su nariz hacia dentro, y secó sus ojos con sus manos. Quitándose las lágrimas acumuladas en sus párpados.
Habían secuestrado a Torrente, Horacio y Gustabo. Dark Star por primera vez en la historia no podían acudir a tres puntos distintos, no podían acudir a la Comisaria. Pues mientras había un secuestro de los Policía (donde parte de Dark Star estaba tratando de acudir), en la otra parte de la isla habían secuestrado a dos de su equipo—pertenecientes a otra división—; no podían separarse para cubrir los tres puntos de peligro.
Noa vio con sus propios ojos cómo secuestraban a su amigo y los dos alumnos que había salvado hacía tres días y medio.
—¡Noa, relájate! —exclamó Frank. Mientras sacaba un fusil de asalto.
Noa clavó la mirada sobre él, con los ojos similares a dos cristales pulidos debido a las lágrimas que llevaba reteniendo tanto tiempo. Tenía una venda en la frente, pues la habían dejado inconsciente antes de que pudiese hacer algo. También trataron de llevársela, pero Volkov y Greco acudieron justo a tiempo para ella; sin embargo no para los otros tres agentes.
Lo tomó por su uniforme y lo estampó contra la pared a un lado del despacho de los comisarios. El chico de ojos azules le observó un poco descolocado, la chica era quince centímetros más baja que él y aún así le ganaba en fuerza. Observó cómo los labios de la Oficial estaban apretados en una línea recta y sus cejas fruncidas mientras los ojos disparejos estaban clavados en él como si fuera una mirilla.
