21.- Refugio

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2623.

21.- Refugio

—En seguida vuelvo —susurró Luka en su oído.

Marinette se puso en pie permitiéndole levantarse.

Él bajó con calma las escaleras que llevaban a la cocina del Liberty. Anarka había vaciado el armario de los platos y estaba volviendo a llenarlo, en aquel ritual que repetía siempre que estaba nerviosa.

—Mamá.

—¿Sí, cariño? —musitó con voz temblorosa, Luka no supo adivinar si estaba llorando o estaba a punto de hacerlo.

—No estoy enfadado contigo, ni te reprocho nada de lo que ha pasado.

El repiqueteo de los platos como única respuesta.

—Mamá, ¿puedes dejar eso y mirarme?

Anarka soltó el plato que tenía entre las manos y se giró, tenía los ojos llorosos y la punta de la nariz roja.

—Tienes todo el derecho del mundo a odiarme, Luka. Soy una madre horrible...

—Mamá, no lo eres y no te odio.

—Tendría que habértelo contado antes de que lo hiciera Bob.

—Ya lo sabía, hace años que lo sé. Pero parecía tan importante para ti que no lo supiera que nunca te pregunté nada.

—¿Cómo? ¿Desde cuándo? —interrogó sorprendida.

Luka se encogió de hombros, se acercó a ella lentamente y la refugió entre sus brazos con cariño.

—Jean aún vivía aquí. Estaba buscando unos papeles para poder ir a Praga con la clase y me topé con una caja llena de cartas.

Anarka sollozó contra su hombro. Luka tenía diez años entonces, aquel mismo año, para su cumpleaños, le había pedido su primer CD de Jagged. Ella lo había achacado a la curiosidad de músico buscando sonidos afines a los que creaba y le había parecido irónico que lo eligiese precisamente a él.

—Tendrías que habérmelo dicho, Luka.

—No creo que Jean hubiese estado muy contento. Además, me había imaginado cosas horribles que habían hecho que te apartaras de él y no quería hacer que lo recordases.

—Jagged puede ser muchas cosas —susurró—, pero es una persona noble y leal.

—Pero te dejó ir.

—Nos dejamos ir mutuamente, nos herimos mutuamente, no supimos estar juntos.

—He hablado con él.

—Si te ha herido le patearé el trasero —declaró Anarka recuperando su energía.

—No, fue muy civilizado, yo no tanto —musitó encogiéndose de hombros—. Estuve a la defensiva, no estaba muy dispuesto a escucharle; si Marinette no hubiese estado conmigo me habría levantado antes de la segunda frase.

—Entonces ¿fue más un discurso que una conversación?

Luka meneó la cabeza.

—Hemos encontrado otra manera de comunicarnos y ha funcionado mejor.

—La música.

—Sí.

—Cariño, ¿estás bien solo en aquella casa?

Una canción de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora